XXII. DÓNDE ME SIENTAS, ESTARÉ.

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Llevaba conmigo la nota de Martín y la carta de Abdi, dentro de una bolsa que se encontraba en mi maleta. No había hablado con Martín desde el día que me dijo que Brooke estaba en Guatemala, todavía no entendía el por qué había estado tan cortante... comenzaba a analizar si realmente no había dejado que la situación de las emociones me hicieran convertirme en una persona ebria. El vuelo no era directo, tuve que hacer escala en el aeropuerto de México, por lo que tomé mis maletas y estaba esperando a que la señorita encargada anunciara el próximo destino: Los Ángeles.

Miraba mi teléfono, no tenía mensajes de nadie... ni de mi familia, por segundos tenía la tentación de escribirle a Martín para decirle que iba directo a Los Ángeles y que necesitaba hablar con él, pero después de un rato borraba el mismo mensaje que escribí unas veinte veces en su chat mientras esperaba el siguiente vuelo. Me acerqué a la pantalla donde se encontraban apuntados los vuelos de las próximas horas... entre ellos Guatemala y Los Ángeles. Mientras yo iba para Los Ángeles, alguien a mi alrededor se dirigía a mi país querido, cerca de mi familia.

Comencé a caminar por el aeropuerto en busca de un baño para poder lavarme el rostro, a pesar que no había sido un largo viaje mi rostro no lo sentía así. Había más gente de lo común en el aeropuerto, muchas personas se chocaban contra sus maletas, y el ambiente comenzaba a sentirse incómodo, pero no tenía elección. Justo cuando estaba a punto de ingresar al área de los sanitarios comenzaron a llamar al área de abordaje para Guatemala y Los Ángeles. Yo estaba más cerca del área de abordaje hacia Guatemala que el de Los Ángeles, debía cruzarme casi medio aeropuerto... tomé mis maletas y emprendí mi camino hacia el otro extremo, la gente iba y venía, parecía como si la mayoría fuera a Guatemala, ya que sentía que estaba luchando contra una corriente de gran magnitud, cuando en realidad eran personas.

Escuché que estaban realizando la última llamada para ambos despegues, así que comencé a caminar más rápido entre la gente, mi maleta se trabó con una silla de espera del aeropuerto. Me estaban matando los nervios, no podía perder el vuelo... escuché que alguien se tropezó con mi zapato, pero no puse atención, por más egoísta que pareciera me preocupaba más mi boleto de avión en ese momento que poner atención a la persona que había tropezado con mi pie por accidente. La persona que se había tropezado conmigo había dejado tirado un llavero, llamó mi atención porque Martín tenía un llavero igual, era una palmera que en la parte inferior tenía tallada la frase <<Cali life>>, pero no le tomé mucha importancia, ya que de seguro no era el único llavero con esa figura y esa frase tallada sobre él.

Tomé el llavero para llevarlo conmigo y entregarlo a la señorita del área de abordaje, porque no era tiempo de ponerme a buscar a la persona dueña de dicho llavero. Tenía el impulso para seguir avanzando, parecía de película, sentía que el tiempo no corría a mi favor, cuando antes el tiempo transcurría muy despacio, ahora parecía estar en una carrera contra él mismo. Escuché a lo lejos mi nombre, pero pensé que estaba delirando ya del calor que hacía en ese momento, así que seguí avanzando los pocos pasos que podía avanzar entre tanta gente. Una vez más escuché mi nombre a lo lejos, pero hubo algo diferente a la primera vez que me hizo parar de repente... <<¡HEEEEY, CHICA TINDER!>>, o alguien más en ese aeropuerto había conocido a su match de Tinder, o era lo que no esperé que llegara a suceder.

Volteé poco a poco y sentí cómo el tiempo comenzaba a unirse a mi favor, todo parecía tan lento, todo parecía tan igual a la vez que Abdi y yo nos habíamos reconciliado, una escena cursi de película que nunca pensé que me sucediera, y que una vez más estaba pasando. Y ahí estaba él, Martín Humprey, tan apuesto como la primera vez que lo había visto en ese jacuzzi. Tan gentil como nadie más podría describirlo sin conocerlo a fondo. Tan casual con sus tenis color blanco y su pantaloneta color verde, acompañados de una camisa polo blanca con verde, siempre combinando sus atuendos sin perder la elegancia... me miraba, con esos ojos verdes color claro y sus pestañas largas, una barba formada a medias y un pelo medio despeinado.

Donde me sientas, estaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora