XXI. LA NOTA DEL AEROPUERTO Y LA CARTA DE DESPEDIDA.

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Salí sin haber terminado de leer el contrato, puse una firma mal hecha y me despedí sin pensar más. Llamé a James para que fuera a recogerme tan pronto como pudiera, necesitaba llegar lo antes posible a casa para hablar con Emma acerca de lo que acababa de suceder. Por más pequeña que fuera, ella siempre sabía darme los mejores consejos de amor... ¡Qué ironía! Me daba consejos de amor la que nunca se había enamorado, de las dos, ella era la menos romántica.

Gracias a Dios James se encontraba cerca del perímetro, por lo que en menos de cinco minutos estaba esperándome frente al lobby del hotel. Subí al carro tan rápido como pude y pensé en mandarle un mensaje o una nota de voz a Martín para saber qué era lo que había ocurrido ese día y el por qué nunca me lo había dicho. Después, supuse que no me dijo nada porque nunca le pedí explicaciones, por dos razones: 1. Ninguno de los dos dio a entender que estuviéramos en un plan de conquista; y, 2. No tenía sentido aclarar las cosas porque yo le había dicho que iba a regresar a Guatemala, y tal vez habría pensado que al confesar sus sentimientos me estaría estancando en sueños y decisiones.

Media hora me bastó para intentar analizar esos dos puntos que rondaban en mi cabeza. Bajé del automóvil e ingresé a la casa, subí las gradas corriendo directo al cuarto de Emma, pero no estaba... había salido a comer con sus amigas del colegio y no regresaba hasta después de la madrugada. Lo primero que se me ocurrió fue escribir en mi diario, aquel diario viejo que tenía desde que cumplí los quince años de edad, el mismo que tenía años de no utilizar.

No recordaba en dónde lo había guardado la última vez que me había puesto a leerlo, así que tomé un banco que se encontraba de la sala familiar y lo puse frente a mi closet para buscar entre mis cosas guardadas. <<Vamos, aparece, bendito diario>> repetía mi mente mientras trataba de descifrar los movimientos de la última vez , y trataba de revivirlos caminando por toda mi habitación, tratando de imitar cada uno. Busqué debajo de cada suéter de color que se del segundo nivel del closet, tenía la mala costumbre de esconder mis más preciados recuerdos debajo de ellos. Entre búsqueda y búsqueda, no me di cuenta que mi caja de recuerdos con Abdi estaba ahí, por lo que cayó al suelo junto con el suéter que había utilizado el día que estaba regresando de Los Ángeles a Guatemala.

No puse atención a la caja ni al suéter, solamente seguía buscando mi diario entre la ropa. Volteé a ver al piso y seguidamente volteé a ver a mis suéteres, algo del suelo captó mi atención, así que devolví la mirada y pude observar una carta tirada... la carta de Abdi, la que nunca había abierto, y junto a ella una hoja de papel, doblada a la mitad. Paré repentinamente mi búsqueda para recoger la carta y la hoja de papel... me senté para ver recordar lo que tenía guardado dentro de la caja. Todas las cartas de Abdi, nuestras fotos, accesorios que encontrábamos en las calles y tomábamos como amuletos o recuerdos de nuestras aventuras... todo estaba ahí, todo mantenía nuestro olor. Y ahí estaba la hoja de papel doblada, me di cuenta que era una nota...

<<Si supieras que una chica como tú es imposible de olvidar...>>, reconocía esa letra... la había visto en algún lugar, en definitiva no era la letra de Abdi...

Tomé mi teléfono para buscar entre las fotos que tomé durante mi estadía en Los Ángeles, recordaba tener una foto en la que Martín había escrito sobre la servilleta de un restaurante y yo le había tomado foto. Dos minutos después de indagar en mi galería, encontré la fotografía y comparé la letra con la de la nota... era la misma. Mi corazón latía más por emoción e ilusión que por fatiga. Pero, no entendía en qué momento había llegado esa nota al bolsillo de mi suéter... hasta que recordé cuando me dijo <<no me olvides>> después del abrazo fuerte que me dio, de seguro en ese momento depositó la nota en mi suéter sin que me diera cuenta.

Donde me sientas, estaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora