XII. LA DONA, LA MONTAÑA Y EL ATARDECER.

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Mi teléfono comenzó a sonar alrededor de las seis de la mañana, era mi madre intentado comunicarse conmigo por medio de una video llamada. En Guatemala ya eran las ocho de la mañana, por lo que pensó que llamarme estaba bien. No contaba con que en Los Ángeles era dos horas más temprano.

-Hola mamá.- Contesté como pude sacar la voz mientras frotaba mis ojos con rapidez.

-Hola Isa, ¿por qué sigues dormida?- Preguntó mientras al otro lado de la pantalla presumían junto con mi padre su estadía en nuestra casa de la playa.

-Son las seis de la mañana, nadie está despierto a esta hora, ¡Oh, espera! Ahora yo estoy despierta- Reí.

-¿Cómo van las cosas por allá? ¿Qué vas a hacer hoy?- Parecía interesada.

-Ayer la fiesta fue un total éxito, hubieras visto a Meli, deslumbrando como siempre y luciéndose con su creatividad.- Como toda una sobrina orgullosa.

-¡Qué buena noticia! Definitivamente mi hermana sacó el talento de mi parte.

Rió sabiendo que no era cierto, ya que mi mamá siempre ponía a Meli a organizar sus eventos para que salieran perfectos, y así nació el gusto de Meli por su profesión. Años después terminó la Universidad y se dedicó a ser una de las mejores planeadoras de eventos de California.

-Pero, ya no me dijiste, ¿Qué vas a hacer hoy?- Continuó mi madre.

-Hoy voy a salir con un chico que conocí en Tinder.- Traté de corregir mi error de inmediato, mis papás definitivamente no podían saber que lo había conocido en Tinder. -Ayer, perdón.

Al parecer les había importado más la palabra <<chico>>, y <<salir>>, porque no mencionaron nada de Tinder.

-¿Un chico?- Mi papá con tono de voz pícaro.

-No es lo que parece, son negocios.

Sonreí mientras le tiraba un beso a la pantalla, en forma de poner fin a la conversación, dando a entender que no estaba lista todavía para que me vieran salir con alguien más.

-Bueno, si tú lo dices.- Se resignó. -Pero diviértete, solo eres joven una vez en la vida, y tú ya tienes veintidós.

Posterior a la llamada y el recordatorio de mi padre con respecto a mi edad, me levanté a tomar un vaso de avena con agua y comí un plato de frutas con miel y granola. Comencé a revisar los mensajes de mi Whatsapp, mis últimas conversaciones eran con Josué, mi madre, mi padre, Emma, Christopher, y el grupo que teníamos con Ana y Carolina. Hice lo que debía hacer como hermana y amiga, me reporté indicando que estaba bien. Con mis padres no hacía falta, ya me habían presumido su caluroso día en la playa.

Escuché la bocina de un carro frente a la puerta principal de la casa de Meli, era Martín. Tomé mis cosas para hacer senderismo, aunque jamás había hecho ese deporte, por lo que llevé conmigo solo una maleta pequeña que contenía en su interior una toalla personal, un pachón de agua y dulces de miel para evitar cualquier desmayo como el que había ocurrido una vez en una playa, en una vida pasada. Meli seguía durmiendo, tomé un lapicero que se encontraba en el centro de mesa, un pedazo de papel y dejé una nota sobre el refrigerador, que decía: <<Salí a conocer, no me esperes, no voy sola>>.

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-¿Qué prefieres? ¿Salado o dulce?- Martín mientras colocaba quién sabe cuál estación de radio.

Donde me sientas, estaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora