XVIII. ME ENAMORÉ DE UN MONO.

32 0 0
                                    

Treinta y uno de octubre, la fecha más esperada por la mayoría de habitantes estadounidenses y latinoamericanos que se encontraban caminando por las calles de Los Ángeles. El reloj marcaba las doce en punto del medio día, y se podía observar ya a todos los niños buscando su disfraz para tocar la puerta de cada casa por la noche y jugar el famoso <<dulce o truco>>.

Martín había organizado una fiesta en su <<casita>>, como le llamaba yo, ya que de casita no tenía nada, era una mansión de dos niveles que contenía hasta lo inimaginable dentro de ella. Los señores Humprey se encontraban en la Embajada de Estados Unidos de Brasil, asistiendo a una gala anual para premiar los sucesos importantes que se había alcanzado por país a beneficio de las personas de escasos recursos.

-¿Qué te vas a llevar puesto?

Pregunté a Emma, mientras un disfraz de Grease en la vitrina de enfrente robaba mi atención.

-No lo sé, estaba pensando algo no tan elaborado, tal vez voy de doctora.

-Con suerte encuentras un médico disfrazado de médico-. Respondí con mis típicos chistes que no daban risa.

-O con suerte consigo que mi disfraz te haga animarte a decirle a Martín lo que sientes por él-. Me retó con la mirada y levantó una ceja.

Me ahogué un poco con el helado de vainilla cubierto de chocolate que estaba comiendo. No le había mencionado nada de mis sentimientos confundidos por Martín, por lo que comencé a preguntarme en mi cabeza el cómo lo habría descubierto. Luego me di cuenta que era Emma, siempre lo sabía todo de alguna u otra manera, a fin de cuentas me conocía mejor que yo misma.

-No me gusta Martín. ¿De dónde sacaste eso?-. Me hice la completa incomprendida.

-¿En serio me vas a mentir a mí?

-¿Se nota tanto?

Pregunté tomando asiento en una banca que se encontraba frente a una tienda de disfraces, al mismo tiempo que tapaba mi cara de vergüenza.

-Sí...-. Hizo una pausa. –Pero no tanto, yo lo sé porque te conozco muy bien, pero te aseguro que Christopher y mi papá no se dieron cuenta.

Reí por su análisis improvisado. –Es un amor imposible, Emma.

-Es increíble cómo tuvimos esta misma conversación años atrás...-. Respondió en espera de no atraer el recuerdo como un momento malo, sino como un momento de luz. –Creías que Abdi era tu amor imposible, cuando lo imposible fue que te dejara de amar, y lo sabes perfectamente-. Tomó asiento a mi lado.

-Pero Abdi no tenía novia...-. La vi a los ojos con cara de preocupación.

-¿Martín tiene novia?-. Frunció el ceño.

-No... pero su exnovia está en la ciudad, ella es la que se encarga de los asuntos legales de la empresa.

-Isa, no soy una experta en el amor, pero pude darme cuenta que Martín no dejó de verte ni un segundo... toda su atención estaba sobre ti.

Me hizo sentir importante y especial el hecho de haber resaltado entre las demás personas que habíamos estado ese día, de alguna manera se sentía bien.

-¿Sabes? Tienes razón, creo que es momento de decirle que me estoy enamorando de él.

Tomé mi teléfono, estaba lista para enviar un mensaje, estaba decidida... pero, parecía que estábamos sincronizados, ya que justo en ese momento me había enviado un mensaje él.

<<Quiero decirte algo hoy en la noche, espero que puedas venir>>, escribió él.

-Mira-. Le mostré el mensaje a Emma, con emoción.

Donde me sientas, estaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora