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Paris sabía que algo estaba mal con él cuando aceptaba sin rechistar llevarle los deberes a Thiago. Aunque no era como si el muchacho pudiera adelantar cualquier cosa. Estaba hospitalizado, pasando su rato libre entre el velo de las alucinaciones y la realidad.
Llevaba ya tres días así. Todo debido que era alérgico a casi todos los antibióticos que podían quitarle la infección, y también porque al niño se le bajan las defensas a tal punto de ser alarmante. ¡Ah! y no olvides la parte emocional, porque el niño colapso luego de descubrir que su novia abría su billetera y compraba leche en otro lugar.
Paris por nada del mundo se esperaba eso. Nunca pudo imaginarlo de la niña, por el amor de Dios ¡Si hasta el mismo la defendió!
Así de engañosa era la mujer.
Lo que hizo todo más odioso, fue el hecho de ver a Thiago roto, derramando lágrimas sobre el corazón roto que llevaba en sus manos.
Ella era perra, mala mujer, hija del mal.
Y no paraba de recordárselo cada vez que la veía. Lo que lamentablemente o por fortuna- como lo veas- era muy seguido.
Parece que la chica se había dispuesto a montar cacería por él, y creía que ser obstinada lo llevaría a algún lado. Pero créanme, nadie era más obstinado que Paris Castle.
Caminó a la salida de la escuela, y no le sorprendió verla esperándole.
-¿Algo nuevo que decir hoy?-. Preguntó sin alzar la vista de su teléfono-. Porque si no, mi respuesta será la misma. Púdrete.
Paso por un lado, pero ella lo detuvo.
-¿Dónde está él?-. Paris la miró, luego al agarre que mantenía sobre y el alzo una ceja-.
-En primer lugar, no me toques-. Se soltó y dio un paso atrás-. En segundo, se fue lejos, se devolvió para Venezuela.
-Eres tan mal mentiroso.
-Sí, supongo que tú te llevas la corana a Mentirosa del año, que por cierto...te queda perfecta.
La esquivo y comenzó a alejarse nuevamente, pero la muy tonta lo detuvo otra vez.
-Necesito verlo.
-Y yo una aspirina, porque, joder niña, me estas comenzando a dar dolor de cabeza-. La miró y se cruzó de brazos-. Pero como ves, no podemos tener todo aquello que queremos en la vida.
-¿Tu que estás buscando?-. Preguntó ella imitando su pose-. ¿Tú y Thiago ahora son los mejores amigos?
-Eso...no es de tu maldita incumbencia, así que déjalo ya. La cagaste, y en grande.
Se alejó, y gracias a Dios esta vez lo dejar ir, porque estaba a punto de golpearla. Y por más gay que fuera, seguía siendo hombre. Además, respetaba a las damas, aunque no estaba seguro que tanto lo fuera esa chica.