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Miré a Raquel, acostada en mi cama con esa sonrisa de modelo, cantando alguna canción que no conocía y contándome cómo había sido su día y lo difícil que fue para ella elegir un atuendo para una fiesta. Es horrible cuando alguien no te pone la atención lo suficientemente y tal vez ella no lo nota pero sigue hablando y hablando.

—  ¿Crees que nuestra relación se está acabando?

— ¿Qué dices?

— No tenemos nada en común ahora, ya no salimos y vamos en la misma escuela eso es ilógico. Tú te vas siempre y nunca me escribes o me llamas ¿Que fin tiene nuestra relación?

—¿ Estás diciendo que nuestra relación es una farsa? — no dejo que respondiera se levantó y azotó la puerta.

Me quedé en shock, mirando la ventana, los autos pasar. Sé que pude ir detrás de ella pero algo no me dejaba, por alguna razón recordé que tenía una amiga ahora, tal vez no es tan real nuestra amistad pero puede entenderme ella.

Salí del cuarto, mis 3 horas se habían terminado e iba tarde a la escuela. Miré la habitación de a lado que ahora es de Isabel, sentía la necesidad de abrirla pero mejor me fui.

Las últimas 2 horas de clases fueron abrumadoras, Raquel me dejó con un mal sabor de boca, se había ido. ¿Por qué no se quedó a pelear conmigo? Eso hacen las parejas gritarse pero nunca dejar de lado lo que les molesta.

Decidí ir en bicicleta a mi casa, sólo quería una gran ducha y estar solo.

Todo estaba en silencio, tal vez se había ido Isabel, miré su puerta y esta vez decidí ir a verla o aunque sea mirar su cuarto, abrí muy lento la puerta. Todo estaba oscuro, me llegó un olor a lavanda y violeta, estaba tirada en el suelo sobre una manta. Lo más impresionante era el reflector de estrellas, se veía impactante el cuarto, no había nada en la habitación solo ella. Con la música a un volumen considerable.

No dijo nada cuando me iba acercando, me acosté a lado de ella, la miré. Observe cada gesto cada facción de su rostro pero no hacía ningún movimiento

— Nunca hay malos días, sólo son días

— Pues hoy fue un día malo, así que si existen,no lo entiendo Isabel, la amo y la amaba antes pero ahora siento como si ella me aleja cada vez más y no lo comprendo— Isabel volteó a mirarme, vaya sus ojos eran tan hermoso, me producía tanta tranquilidad. Posó su brazo en el suelo y recargó su cabeza en la mano, para poderme ver mejor y escuchar lo que decía.

— Es una mujer guapa, pero no me hace vibrar quiero que mi cuerpo se quede inmóvil cuando la vea quiero vivir más cosas con ella pero no me lo permite— Isabel me estaba escuchando con mucha atención, no me interrumpía y en verdad sentía que me escucha que siente mi dolor.

Volvió a recostarse, se limitó a contestarme y algunas veces lo más valioso es que te escuchen.

— Cuando vivía sola tenía toda la sala principal lujosa, moderna y muy sofisticada hacia muchísimas fiestas, no conocía a nadie pero siempre tenía gente metida en mi casa. Todos los cuartos estaban cerrados y en donde siempre dormía sólo había una manta muy caliente unos cuantos cojines y mi reflector. Todos estaban afuera con la música a todo volumen, bailando o teniendo sexo en cualquier parte de la casa. Yo sólo me acostaba y me olvidaba de todos. Nunca tuvo un fin pero me sentía bien haciéndolo.

Suspiró de manera melancólica y recordando algo que la puso así.

— Tuve una relación, mi única relación saludable o eso creía. Todo iba tan bien. Nunca me había sentido tan amada, nunca había amado a alguien. Nunca supo de mi pasado ni siquiera intento preguntarme. Llevaba una vida diferente. Y decidí dar el paso más grande de mi vida... Decirle que fuera mi pareja, que viviéramos juntos, pasar la vida juntos. Ese día llegué a mi casa, siempre estaba el allí, llegué con un ramo de flores y algo de comida. Fui a mi cuarto pensando en que estaba dormido... Y allí estaba ese reflector en medio del cuarto vacío, sin nada. Todo se fue...hasta él. Nunca supe por qué se fue, sólo dejó esto y fue una perdida enorme para mí. Desde ese día yo siempre soy la que se va.— me miró sonriendo, fingiendo que todo estaba bien.

— Ven de seguro tienes hambre, hagamos una pasta y pan francés ¿te parece?

Toda la noche fue fantástica, me hizo olvidar todo, nos reímos de experiencias del pasado.

— Te lo juro, le vomité toda la playera. Su playera era horrible, tenía 6 focas así que le hice un favor

— Eso es muy asqueroso Isabel, pobre tipo— nos sentamos en el sillón a cenar.

— ¿Cómo supiste que era el momento de estar con él?— sabía que había tocado un tema muy delicado pero nunca podré saber de esto. Seguía comiendo, no sabía si iba a contestar

— Sólo lo sabes, yo lo sentí pero fue una falla del sistema.

— Que idiota, perdió demasiado — me miró sorprendida

— Sí... claro por qué tienes muchas cualidades...y tienes... Bueno sabes... Me entiendes?

— A la perfección Elliot, necesitamos ponernos de acuerdo para las formas de pagar los servicios,además de la comida y cosas así.

— ¿Tu cuarto seguirá vacío?

— Cuando estés tú no estará vacío— nos miramos por unos segundos y se ruborizó

— Te ves terrible, vamos te daré un masaje — me jalo del brazo y me llevó al cuarto, puso la canción que estaba escuchando.

Me quitó la playera, llevaba una blusa delgada dejaba todo a la vista, se subió a mi, se amarró el cabello dejando unos sueltos, dejando al descubierto sus piernas. Sus manos se deslizaban en mi espalda, apretando y masajeando. Se sentía genial me sentía como en las nubes... Me estaba quedando dormido... Quise decir dos palabras... lo único que dije fue... Raquel.

En ese momento todo se arruino

—Creo... Que esto fue todo, descansa Elliot — se levantó y se fue sin decir nada...—pero que idiota Elliot— me dije.

Todo O Nada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora