Capítulo XXVII
Hija de tigre... azabache.
Por fin estaban de vuelta, tras varias horas de vuelo y algo de turbulencia. Después de dejar a Álvaro en su casa, se dirigieron al palacio. Se sentía feliz al saber que su familia las esperaba para una deliciosa cena.
La sensación de estar transitando sobre ese camino empedrado, mientras el palacio se hacía cada vez más grande, era de añoranza. De calidez. Ahora más que nunca sabía perfectamente cual era su lugar. Sujetó con dulzura la mano de Cris y le dio un beso en el dorso.
-¿Qué pasa?- Le preguntó su novia, sonriéndole de esa manera tan hermosa con la que solía hacerlo.
-Te amo. Y amo a esa pandilla que nos espera ahí dentro.- Cristi le acarició la mejilla.
-Que bueno que naciste.- Le dijo su chica antes de darle un beso.
Como lo suponía, todos las recibieron con entusiasmo, en especial su tío Sebastián, ya que por fin podría atascarse de comida. Y su tía Angie estaba encantada de tener a Gerardo ahí esa noche. Eso no la hacía muy feliz.
-No hagas gestos- Le dijo Cris cuando todos caminaban hacia el comedor.
-¿Qué gestos?
-Amor, eres muy obvia.
-Solo tú lo notas.
-Eso realmente es un alivio. No creo que a tía le agrade saber que detestas a su novio.
-No lo detesto, solo no me agrada de tío. Si Gerardo fuera el portero de la empresa o aquel tipo de la cafetería que siempre le pone más cátsup a mis papas, seríamos amigos.
Cristina no dijo nada. Se limitó a sonreír con resignación. ¡En serio no lo detestaba... mucho! Prefirió concentrarse en la comida. Moría de hambre. Los bocadillos del avión no le habían servido ni para el arranque.
La cena pasó sin contratiempos. Guillermo y Cristina se la pasaron hablando del excelente trato que había hecho su novia. El conde se veía muy orgulloso de la azabache. Ella platicaba con los enanos y su viejo tío. Sus hermanitos estaban impacientes por recibir los regalos, pero ella se sentía muy cansada como para ponerse a revisar las maletas, buscando las cosas.
Observaba a los condes, esperando el momento en que se levantaran de la mesa para poder correr a su habiitación.
-Familia, Gerardo ha traído un delicioso café y queremos compartirlo con ustedes.- dijo Angie algo sonrojada. ¡Ella quería acurrucarse bajo sus cobijas! Sofía le hizo una indicación para que pusiera buena cara. Seguro su madrastra pudo ver sus ganas de huir de ahí.
No teniendo otro remedio, con paso mecánico siguió a todos hasta el salón. También Cristi tenía cara de cansancio, pero no podían desairar a su tía. Esperó paciente a que el personal de servicio llegara con el dichoso café ese, ¿tendrían donas de chocolate? ¡Sí! Pudo ver a doña Cuqui dejándolas en la mesita. ¡Al ataque!
-Ale, acabas de cenar un montón.- La reprendió su novia.
-Es solo el postre.
-Ya comiste postre.
-Otro.
Cris solo suspiró y tomó un sorbo de su café. Ella la imitó. Lo sentía igual al de siempre.
-Estupendo.- Dijo Guillermo, después de tragar el líquido caliente. Sospechaba que su padre decía eso más por gentileza que por convicción.
-Muchas gracias.- Respondió Gerardo.- Es uno de los nuevos productos que importaré. En unos días llegará el primer embarque.
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De Aristocracia y Otras Estupideces.
RomanceA sus veinte años, Alejandra no conoce a su padre, pero esa situación pronto cambiará. Por diversas circunstancias tendrá que mudarse a la casa de su familia paterna y vivir con ellos ocultando su verdadera identidad, ya que el prestigio de los San...