Esta historia se encuentra situada después de "Los Crímenes de Grindelwald".
Tina está desesperada. La sorpresiva decisión de su hermana invierte las reglas del juego. En un intento por recuperar su lealtad, la reconocida auror de la MACUSA deber...
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TRES: Tres figuras misteriosas
La calle se encontraba en penumbra. Debía de ser más de media noche, cuando un fuerte ¡Crack! retumbó en el lugar. Por suerte, los vecinos del Señor Scamander estaban profundamente dormidos.
Si alguno de ellos hubiese salido de su aturdimiento, levantado de la cama, y deslizado (al menos un poco) las persianas, podría haber dado testimonio (entre risas y susurros) de cómo tres personas habían surgido de la nada, posándose en la acera del frente.
"—De repente una de ellas cayó en el concreto, mientras sus dos compañeros gritaban. Ambos sacaron...finos palitos de los bolsillos. De la punta del primero emergió un as de luz tan brillante...¡que opacaba la registrada por la luna!, inundando el callejón. El otro, sin embargo, no se percató de la peculiar hazaña, solo deslizaba su artefacto sobre el rostro del hombre desmayado. Al final, éste levitó, siguiendo los movimientos correspondientes a los realizados por el segundo señor con su cacharro (parecía una larga batuta), hasta entrar en el edificio. Una oscilación de muñeca por parte de la primera persona fue suficiente para apagar la luz. Después desapareció por la puerta principal, no sin antes dirigir una mirada a su alrededor, en busca de potenciales testigos, como si hubiese cometido un asesinato".
Al monólogo lo habrían precedido una serie de burlas (¡Qué hombre tan ingenuo!). Y, ciertamente, consejos y aclaraciones (Lo más seguro es que fue un sueño, querido).
Al ser la magia producto de la fantasía, el Muggle hubiese aceptado vehementemente esa versión, en un intento de esconder la locura que debía padecer: porque sabía, muy en el fondo, que tres misteriosas figuras se habían materializado en el vecindario, realizando trucos diabólicos, mientras llevaban un cuerpo consigo.
Pues bien, el problema con los No-Mags es que malinterpretan cada situación que desconocen.
Jacob, Newt y Tina regresaron a la casa del segundo apareciéndose, aunque el hechizo no había resultado tan exitoso, pues el Señor Kowalski sufrió una despartición (su pie izquierdo casi se separa del cuerpo).
—Por favor Tina, ¿podrías pasarme el díctamo?, se encuentra en el primer cajón del escritorio —aclaró Newt, señalando un desgastado mueble al lado del espejo.
La bruja, en medio de la desesperación, sacó la varita y, apuntando al bártulo, pronunció ¡accio! frenéticamente, pero su voz tembló tanto que el chisme apenas se removió dentro de la gaveta. Su error fue captado por Newt, quién realizando el conjuro, dirigió una pequeña mirada a Tina, indicándole que se sentase en el sillón.
Desde su inconveniente posición, la auror logró atisbar como el joven vertía el líquido incoloro en el miembro inferior de su amigo. A medida que lo aplicaba un espeso humo verde se extendía por la franja de piel. Después de cierto tiempo (a Tina le pareció una eternidad), el mago retrocedió.