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 TRECE: Olvido

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 TRECE: Olvido

Brasil

   No fue como una tormenta, rápida y estruendosa desde el principio. Podría llamarse...¿lluvia de verano?. Sí, de aquellas que solo prolongan el sufrimiento porque duran una eternidad y, al exponerte demasiado, te calan los huesos sin piedad.

   —¿Señor Scamander? —y fue ese nombre, tan ávido y rígido, el ancla que Newt necesitaba, de un modo u otro, para volver a la realidad.

   Tal vez el dolor es capaz de despertarnos más rápido que cualquier sueño o aventura. Quizá estamos destinados a convivir con él cada día de nuestra existencia...y lo sabemos. Por eso cuando todo nos resulta de maravilla, aguardamos el golpe que, tarde o temprano, arruinará el momento. Aunque el magizoólogo esperaba un pequeño empujón o sacudida, no una bofetada.

   —D-disculpa —respondió algo avergonzado. Entonces empezó a defenderse instintivamente, y la negación fue el primer escudo que portó para dicho cometido—. Tina, no...no sabes cuanto me alegra que estés bien. Después de algunos sueños, estaba realmente preocupado...—trataba de que no le temblase la voz, entonces tomó delicadamente su mano. Cuando rozó el dorso de la misma con sus labios, no pudo evitar notar el pequeño estremecimiento de la bruja ante dicho acto.

   Claro que eso duró como...¿5 segundos?. Lo siguiente que supo fue el aspecto que tenía una mesa de cabeza, junto con todas las sillas y libros del despacho. ¿Era impresión suya, o el mundo había girado un poco?

   Entonces una esbelta figura se aproximó desde lo lejos a su dirección y, arrodillándose frente a él, le apuntó al cuello con su varita, de tal manera que el cachivache recordaba vagamente a una daga, y ella, a la asesina destinada a herirlo.

   —Creo que he sido muy clara respecto a mis lealtades. La respuesta a su pregunta continúa igual, y se quedará así para siempre —le dijo Tina al mago, acercando su rostro sigilosamente al de él, y entonando cada sílaba de las palabras—, No.

   La bruja se levantó del lugar, y giró en dirección a la ventana. No sin antes lanzar un último hechizo a su "atacante", haciéndolo caer al suelo estrepitosamente.

   —Puede informárselo a Grindelwald —replicó desde su nueva posición, sin perder el tono mortal.

   Newt solo se quedó ahí, tendido en el piso, tratando de atar clavos, y entender su testimonio. Su reciente jaqueca no ayudaba mucho en el asunto. Era un poco doloroso caer desde cierta altura, y chocar sin soporte contra la grava. Aunque de niño se había acostumbrado al efecto...¿cómo no recordar la primera vez que te colgaron del tobillo en los jardines de Hogwarts?

   Lamentablemente Newt Scamander no pudo descansar demasiado tiempo sobre los adoquines. Los tacones de la bruja marcaron acelerados pasos en la losa y, en un abrir y cerrar de ojos, después de unos cuantos repiqueteos, la tenía de nuevo a escasos centímetros de él.

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