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             CINCO: Baile a la luz de las velas

A/N: ¡Hola! Sólo quería aclarar que todas las frases marcadas con un asterisco (*) poseen traducción completa al final del capítulo. ¡Espero que lo disfruten!

   La casa del Señor Scamander normalmente era desvaída e impersonal: unos cuantos libros decoraban el perchero, dos largos y raídos sillones se aposentaban en el desván, algunos trastos en la cocina...Por lo cual "acogedor" no era un adjetivo para describirla. Aunque, cuando Tina y Newt entraron en el salón, después de un largo día en el ministerio, fue la primera palabra que vino a sus mentes.

   —¡Bienvenidos! —exclamó muy alegre Jacob Kowalski, mientras sostenía una gran bandeja de pavo. El olor a eneldo inundaba el espacio, adormilando a los recién llegados.

   —Pero...¿cómo...? —Newt se hallaba sin palabras ante el gesto de su amigo.

   El interior de la vivienda estaba a oscuras, siendo iluminada vagamente por pequeños montoncitos de velas situados en lugares estratégicos, lo suficientes para pintar la habitación de un ámbar intenso. Su antigua radio resonaba a lo lejos, y el fuego crepitaba en la chimenea. Todos estos detalles enternecían el peculiar ambiente. Aunque, sin duda alguna, la estrella de la noche era la imponente mesa de cedro dispuesta en el centro del recinto, de la cual sobresalían pintorescos platillos, cada uno mas apetecible que el anterior.

   —Bueno, no hay mucho que hacer en este lugar, a menos que quieras perder un dedo jugando con las criaturas (no me malinterpretes, son muy monas, pero prefiero estar con ellas en compañía de un experto magizoólogo). Así que decidí cocinar. Igual me moría de hambre —trató de aclarar, quitándole hierro al asunto.

   —Gracias —fue todo lo que pudo pronunciar Tina.

   Los tres tomaron asiento, y empezaron a degustar cada creación del pastelero, mientras cotilleaban alegremente los sucesos de la tarde.

   —El barco zarpa en dos días, a las 14:00 horas —mascullo el No-Mag, sirviéndose una segunda porción de Pie de Manzana—, cabina 14 y 15, tercer piso.

   —Iré con ustedes al puerto, para despedirme, si no les importa... —musitó algo sonrojado Newt, apartando la vista de los dos, y posándola en el plato frente él: de repente su puré de patatas era tan interesante como un montón de crías de Niffler.

   Jacob y Tina intercambiaron miradas simultáneamente ante el ofrecimiento del chico, tratando de no reír.

   —¡Pues claro que vienes! —exclamó la auror, en un intento por mantener su voz firme, aunque fracasó estrepitosamente en la última parte— no tienes que pedir permiso —le confirmó, sonriéndole tiernamente, incrédula ante la pregunta.

   Después de la explicación, la cena transcurrió sin tropiezos.

"Black rob, little hat, put them on and just walk throught the fire..." *

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