Esta historia se encuentra situada después de "Los Crímenes de Grindelwald".
Tina está desesperada. La sorpresiva decisión de su hermana invierte las reglas del juego. En un intento por recuperar su lealtad, la reconocida auror de la MACUSA deber...
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DOCE: Castelobruxo
Inglaterra
—De verdad creí que era ella. Lo siento, Newt, pero parecía tan real...
—No es tu culpa —recitó éste último, mientras jugaba con la cucharita de su taza de té.
Los dos hombres se encontraban sentados en la mesa del comedor, tratando de aceptar aquello que habían descubierto ese mismo día en el muelle: Tina no regresaría.
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Dos semanas atrás Jacob arribó a la ciudad, cargando una carta que, supuestamente, la auror le había enviado cuando aún residía en Nueva York. En ella explicaba las razones por las cuales debía quedarse en Norteamérica algunos días más de lo esperado, siendo su fecha de regreso dos semanas exactas después de las acordadas.
El plazo se había cumplido ese día en la mañana.
Newt y Jacob arrimaron al muelle antes de que este siquiera abriese. Querían reunirse con su amiga lo más rápido posible, así que aguardaron pacientemente toda la jornada en él. Aunque debían almorzar, el magizoólogo no acompañó al Muggle en su andanza, simplemente se quedó ahí, esperando a que la mujer que más amaba en el mundo regresase.
Se la imaginaba perfectamente. Lo primero que atisbaría cuando bajase de la embarcación sería su esbelta figura, tal vez, más alta que las personas promedio. Entonces él se levantaría de la banca y correría a su encuentro. Al final de la pasarela ella pararía, pues ya lo habría reconocido entre la multitud. Por un momento el mundo se detendría, y serían ellos solos en el puerto, sin preocuparse por los crímenes que Grindelwald estaba cometiendo fuera, o inclusive por los extraños sueños que ambos habían tenido.
No. Solo serían ellos.
Newt daría el primer paso, correría a su lado, y rápidamente la atraparía en un abrazo. Recostaría su frente en la de ella para mirarla fijamente a los ojos, y recordaría las miles de razones por las cuales amaba cada parte de su existencia. Las enumeraría para ella...
Aunque eso nunca llegó a suceder.
El tiempo pasó volando esa tarde. Newt caminaba de un lado a otro en la plataforma, dándose cuenta de cada una de las personas que abandonaban las embarcaciones, pero nunca la encontró.
Al final el muelle cerró, y los dos compañeros se vieron obligados a abandonar cualquier esperanza de que la chica regresase ese día.
La carta era una mentira, y el mago ya lo sabía. Aún así, cuando la recibió, decidió apoyarse en la probabilidad de su veracidad. De ese modo el dolor y la preocupación disminuían un poquito.
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—¿Qué vamos a hacer? Tina debe estar...en peligro, si lo que me contaste es cierto —el No-Mag intercedió una vez más. Ciertamente hablaba del extraño sueño que su amigo le había comunicado justo después de que retornase al continente.