Esclavo Inocente | Capítulo diecisiete

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Narra T/N...

Me hallaba sumida en un shook interno, algo así como un tipo de crisis existencial, mi ser simplemente no asimilaba lo que estaría apunto de hacer. De cierto modo yo si quería desenmascarar toda la verdad, pero por otro lado tenía miedo de que esto se me saliera de las manos y que sean cosas aún más peores que las teorías que andan rondando por mi cabeza, porque al parecer mi padre me oculta muchas cosas, y tendré que enterarme de ellas. Llamé de urgencia a mi progenitor para que se tomara uno o dos días libres y que viniera a visitarme, le dije que necesitaba hablar con él lo más pronto posible, que era algo malo. Debía hacerle creer que tal vez se tratáse de una enfermedad de mi parte para así lograr convencerle, sin duda, me estaba dejando influir por la situación, razón por la cual se suponía que llegaría hoy. Todavía no logro asimilar el hecho de que ayer hubiese sido el velorio de mi querida madrina y que hoy fue su entierro, ha sido muy impactante para mi persona; en cuanto a Jimin, he estado callada todo el día de hoy, él aún no sabe que me pasó y es mejor así, no debería de preocuparlo por cosas como esas. Pronto se hicieron las siete de la noche y la verdad no tenía ganas de nada.

—¿Quién es? –emití la pregunta después de oír unos pausados toques a la puerta de mi habitación.

—¡Soy yo Sorim!

—¡Oh, Sorim-ah pasa! –me terminé de colocar bien mis pijamas y me sente en el pequeño sofá de mi recámara.

—Vine para decir que lo siento mucho –se acercó con lentitud y tomó mi mano.

—Lo sabes, era absolutamente obvio que todos los empleados se dieran cuenta de lo que pasó tarde o temprano.

—No sé qué decir, sinceramente siento mucho la pérdida, era una mujer muy cálida. Estuviste conmigo y me aconsejaste en los momentos en los que perdí a la tía de mi hermano, ahora solo quiero que sepas que también estoy aquí para apoyarte y ayudar en lo que desees.

—Tal vez lo que más deseo en este momento sea poder dejar de respirar por un tiempo.

—No digas eso, ¿dónde quedó la fuerte T/N de la cual, todos los empleados de esta mansión estamos orgullosos?

—Siento como si mi cabeza fuera a explotar, ni siquiera pude concentrarme bien en las clases del día de hoy –es más, hasta ni le hablé a mi dulce Jimin.

—Verás que todo pasará con el tiempo, esto es solo un dolor pasajero, todos en algún momento de la vida tendremos que morir –sonreí por su comentario lleno de sabiduría. —Pero sin embargo, hay algo que de antemano me tiene extrañada.

—¿Qué cosa? –dije y la miré.

—Se sabe que estas triste y eso es más que obvio, pero te noto tensa, como si estuvieras agobiada por una razón –frunció el ceño.

—Respondiendo a tu incertidumbre no sé como explicarlo, creo, es más, sé que mi padre probablemente no sea quien todos creemos que es –debía decirselo a alguien, sino convulsionaría.

—¿Entonces, qué tiene que ver eso con la muerte de tu madrina? Es decir, no me malinterpretes –se escusó rápidamente.

—Tranquila, después de ayer costaría que con una simple platica me hunda más en el abismo. Resulta que la hija de mi madrina me confesó muchas cosas, que por más que pienso no puedo encontrar respuestas por si sola, entre ellas la situación de más importancia y extraña que me comentó fue que mi padre echó a mi madrina de la mansión a sabiendas de que ella estaba enferma...

—¿Enferma?

—Sí, enferma y yo no estaba enterada, mi madrina ha estado enferma de leusemia clase tres desde que tengo trece años, justo en la época en la que se tuvo que ir de la mansión supuestamente para cuidar a sus nietos, pero...

Esclavo Inocente | Park JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora