Esclavo Inocente | Park Jimin

Esclavo Inocente | Capítulo trece

Narra T/N...

Un día había pasado del bochornoso enfrentamiento con mi hermanastra, para ser más exactos era un martes. Mi ser se hallaba en frente del salón donde recibiría clases más tarde, más antes de la hora usual, razón del porqué lo hice; el comportamiento sumamente tierno que tiene Jimin para con el gato negro de ojos verdes. Tras mi largo recorrido por el pasillo de matemáticas y admirando el hermoso horizonte que la altura de la universidad otorgaba de la ciudad, encontré a mi lindo chico alimentando al pequeño gato, la posición en la que me encontraba no daba lugar al descubrimiento de mi persona, minutos antes se me ocurrió la brillante idea de hacerme la desentendida de la situación, cuestión que haría que obtuviese una platica más amena con él. Sus orbes desaparecieron debido al contento de su buena acción.

—¿Qu-quién anda ahí? –anteriormente pisé sin querer una botella plástica, malditos chicos y sus sucios hábitos de no tirar la basura donde se debe.—¡Consteste! –salí de mi escondite, mostrándome así frente a su persona, logré observar su confundido y sorprendido semblante, así como también lo poco que su ceja derecha se levantó.

—¿T-T/N, qué haces aquí?

—Disculpa si te asusté, no era mi intención, solo llegué más temprano de lo usual por un inconveniente, comencé a caminar y te encontré a ti –Jimin asentía un poco menos confundido, pero seguía tapando al gatito.—¿Qué escondes? –me acerqué a paso rápido y cargué al gato, segundos después sentí un nuevo agente unirse a mi piel, el lindo felino me lamía sin descanso con su rasposa lengua.

—¡Por favor, no le digas a nadie! No quiero que se lleven al gatito a la perrera.

—No te preocupes, no lo haré, sé a las consecuencias a las que podría llegar si traspasa los tres meses –puede sonar cruel y sin sentido del tacto, pero sin querer o tener la culpa a los animales domésticos en ese lugar los sacrifican.

—Me alivia saber que lo comprendes –la mayoría de mis más recientes crisis existenciales surgen a medida que paso más tiempo con Jimin, de verdad me provoca el cuestionarme del porqué Dios crea a hombres tan perfectos como él.

—Bueno, he de suponer que ya le has puesto algún nombre propio al felino, después de todo se nota lo encariñado que estás con él.

—Y-yo...

—Tu actitud no hace más que confirmarme las cosas, de ser así me tomo el atrevimiento de darle un nombre –alcé al gato como si de un bebé tratase mientras sus patas colgaban. —Podrías llamarte, déjame ver... ¡Chat Noir!

—Suena bonito y le combina a la perfección.

—Yo también pienso lo mismo. Jimin con respecto a lo del viernes yo, lo lamento –su neutra mirada se dirigió hacia mi persona, ¿acaso no le gustó el beso?

—T-tranquila, tal y como habías dicho antes, no fue tu intención y lo entiendo –me doy cuenta de que a medida que pasa el tiempo él se va desenvolviendo cada vez mejor, confianza que aún me toca ganar.

—¿Seguimos siendo amigos? –le pregunté francamente sin esperar gran cosa.

—Creo –musitó dubitativamente dando paso a sus supuestos recuerdos hacia lo que sucedió. Tal vez en su ser halla una pequeña pizca de antojo sobre el tema, pero en este momento solo quería sentirlo, así que sin previo aviso en un abrir y cerrar de ojos, justo cuando se volteó a admirar al pequeño gato, lo abracé por detrás. Su sobresalto me indicó sorna sorpresa y al incorporarse sin soltar mi agarre logré escuchar su palpitante corazón mientras mi perfil se pegaba firmemente a su fuerte y delgada espalda.

—Te he tomado un gran cariño –dije sin temor a que sospeche lo que siento por él. Para mi mala suerte no todo es eterno, el tiempo pasó y tuvimos que largarnos a clases, no sin antes dejar al gatito en buenas condiciones, si es que un pedazo de cartón y una camisa aromatizada con el olor corporal de Jimin es una buena condición.