Capítulo 8 | Bigote de crema batida.

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De verdad no puedo creer que Stella me haya ganado en un videojuego que llevo jugando desde que tengo siete años. Para ser honesto, me ganara o no en el juego, le quería comprar una malteada solamente para pasar más tiempo con ella.

Nos fuimos de Fiorello y compramos nuestras malteadas en una cafetería cercana. La de ella es de chocolate, como lo prometido. No puedo resistirme, así que yo pido una de vainilla.

Hablamos de diferentes cosas durante la tarde, todo es divertido con Stella. Siempre me hace poner una sonrisa de oreja a oreja en cualquier situación.

La familia es un tema del cuál no hemos hablado. Mi familia es del tipo que trata de ser completamente perfecta para las demás personas, pero todos en esa familia están jodidos, a excepción de mi abuela y mi hermana. Mi padre es un hombre controlador, todo lo que el dice quiere que yo lo haga, me guste o no. Nunca se ha puesto orgulloso de mí, ni por uno solo de mis logros.

¿Por qué jodida razón pienso en mi padre controlador mientras estoy con una chica asombrosa que me hace olvidar toda la mierda de mi vida?

Stella tiene una manera bastante particular de tomar una malteada con crema batida y una cereza en el tope. Primero, toma la cereza y se la come. Después, pega sus labios rosados a la crema batida y la come con delicadeza, tal como si la crema batida fuera lo más glorioso de este universo. Al terminar con la espuma dulce y blanca, mezcla nuevamente la malteada con su popote y la bebe.

Yo simplemente agarro mi popote e introduzco todo el líquido en mi boca. Al ver esto, la chica se hace la ofendida.

—¡¿Estás loco!? No puedes hacer eso con una malteada. Tienes que disfrutar cada elemento, no puedes sólo tomarla como si no fuera la gran cosa. —sonrío ante su regaño, pero ella parece tomárselo muy en serio.

—Entonces, ya que no sé tomar una malteada... —digo con una sonrisa ladeada—. Enseñame.

—Está bien.

Le entrego mi malteada de vainilla, ella la recibe y analiza los ingredientes que aún tiene y los ingredientes faltantes.

—¿Puedo? —pregunta con su voz añinada y señala la crema batida en la malteada. Yo asiento con la cabeza como respuesta.

Pega sus labios a la crema batida y la come. Al pasar unos cuantos segundos, se despega de la crema batida. Un bigote blanco un poco arriba de su labio superior me llama la atención.

—Luego que te acabaste la crema batida, sólo te tomas con el popote el resto de la malteada—aclara aún con su bigote. Se ve muy tierna—. Así es cómo se toma una malteada.

No se ha dado cuenta de que tiene bigote de la crema batida. Levanto mi mano a la altura de su rostro y con mi dedo pulgar limpio la zona de su bigote de crema batida. Al terminar esto, llevo mi pulgar a mi boca y succiono la crema batida que le quité.

Ella está paralizada. No se mueve para nada y sus ojos divagan en los míos.

—Gracias. —Dice sin mover ni un sólo músculo.

—No hay problema.

Caminamos por la calle sin rumbo fijo, vimos un parque y no dudamos en ir y sentarnos en los columpios. Stella parece una niña chiquita, no le importa que la miren con extrañeza, ella se sigue columpiando con todas sus fuerzas y suelta chillidos de emoción.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora