Capítulo 1 | Mi querida mala suerte.

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En mi vida hay un 99.99% de probabilidad de que cometa alguna tontería o la suerte no esté de mi lado. El otro 1% es lo que yo consideraría como un milagro de los dioses.

Mi hermoso sueño sobre Lucas Duren pidiéndome ser su esposa, es interrumpido por la música a todo volumen de mi hermana menor, Rosie. En realidad se llama Rosalynn, pero odia que le digan así.

Ella está en la etapa de la pubertad, tiene 14 años de edad, mientras que yo tengo 18. Se supone que yo debería ser la madura, pero para ser honesta, a veces actúo como una niña.

Su música electrónica retumba por toda la casa, ocasionando que yo me caiga de mi amada cama.

—¡Rosie! —le grito desde el frío piso de mi habitación.

Me tapo mis oídos con las manos, con la intención de que mi tímpano no explote. Salgo de mi cuarto y me dirijo furiosa al cuarto de Rosie. La puerta está llena de stickers que tienen frases como: «Aléjate de mi habitación o mueres.» Lo sé, mi hermanita es todo un caso.

Golpeo la puerta con una de mis manos, mientras que la otra sigue tapando mi oído.

—¡Versión mini de Regina George, baja el volumen! —grito y sigo golpeando su puerta con la palma de mi mano.

Rosie literalmente es la copia de Regina George. Es rubia e igual de malvada y cruel que ella.

La pequeña malvada apaga el escándalo y sale de su habitación, tan pronto me ve me dedica una mirada de pocos amigos.

—¡Gracias! —Exclamo con enojo.

—¿Por qué no estás vestida aún? —pregunta la niña al verme en mi pijama.

—¿Qué hora es?

—Son las 7:45 —contesta con obviedad.

Corro a la velocidad de la luz para poder cambiarme y poder arreglarme un poco. Tal vez no soy la chica más linda del instituto pero eso no significa que no pueda arreglarme.

Entro a la escuela a las 8:00, por lo que trato de apurarme lo más que puedo.

Ya estoy lista, sólo faltan mis zapatos. Encuentro con facilidad el primer zapato, comienzo a buscar como loca mi otra zapatilla.

7:52.

—Es tarde, es tarde, es tarde —mi balbuceo comienza a surgir—. ¿Dónde está?

Busco por todas partes mi zapato, parece que hasta él se mofa de mí.

Me asomo por la ventana y miro como mi vecino, Lucas —sexy y asombroso— Duren, sale de su casa. Me cuelgo de mi cortina para tener un mejor ángulo de él, poco a poco me estiro más para poder verlo mejor.

Mi querida mala suerte decide aparecer, así es como mi cortina se rompe y yo caigo —por segunda vez— al frío y cruel piso, no sin antes soltar un pequeño chillido.

—¡Mierda! —Maldigo mi torpeza y mala suerte.

Me quejo del golpe y me levanto con rapidez. Vuelvo a mirar la ventana y ahí está él... Mirándome con una sonrisa y saludándome.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora