Capítulo 31 | Los cuentos que llegan a su fin I.

33 1 3
                                    


//::\\

PARTE I

Aplasto las papas en la cacerola hasta se convierten en el puré que papá me pidió que hiciera. Tomo el molino de pimienta y las rocío con un poco antes de coger la sal y echar un poco junto con los demás condimentos que papá puso en la mesa.

Sonrío ante la nueva consistencia, pongo una cucharada sobre cada plato.

Es el cumpleaños de Rosie, su primer cumpleaños con mamá estando presente. El primer cumpleaños que Rosie podrá recordar durante el resto de su vida, o por lo menos si ella decide no borrarlo de su memoria, como siempre hace cuando algo no le agrada. Por esta misma razón, papá, Emily y yo estamos preparando todas las comidas favoritas de mi hermana, hemos estado trabajando como máquinas desde hace horas. La tía Lillian se la llevó junto con mis primos a que eligiera uno de sus regalos.

Siempre me ha causado gracia que todos la tratamos como bebé durante este día del año en específico, ella finge odiarlo cuando en realidad lo adora.

Me he propuesto darle el mejor cumpleaños posible para que solo pueda tener buenos recuerdos de su cumpleaños número quince; cuando yo cumplí los quince, aquella niñita rubia me despertó con un pastel que preparó con papá durante la madrugada porque olvidó que el día siguiente era mi cumpleaños.

Nos molestamos y, solo a veces, parece que nos odiamos, pero en realidad, la amo con todo de mí y ambas sabemos que podemos contar en la otra siempre que lo necesite.

Estoy tratando con todo mi ser no arruinar nada por la frustración que me está trayendo el instituto, desde aprobar el próximo parcial de química —en dos días— y evaluar a qué universidad quiero asistir. Selina me ha estado ayudando a estudiar y de verdad que me ayuda a aprender todo lo que necesito; su método de relacionar la química con cosas que me gustan, funciona a la perfección. Estoy casi segura de que si me concentro, podré aprobar el parcial y graduarme, el siguiente paso es pensar en lo que quiero hacer por el resto de mi vida.

Fotografía.

Eso quiero más que nada en el mundo, pero es complicado cuando a la universidad que quiero ir está a 8,017 kilómetros en avión, sin mencionar que los costos son gigantescos, que no sé hablar francés y que es una de las mejores facultades de fotografía en el mundo, por lo que entrar ahí es más difícil que encontrar a la gansa dorada.

Centro de Enseñanza Profesional de Vevey en Suiza.

La universidad de mis sueños, la que llevo viendo desde que me empecé a interesar en la fotografía.

Tengo los ojos clavados en la pantalla de mi computadora mientras leo cada opción posible de alguna facultad que esté cerca de casa y que tenga algún curso de una carrera más... estable, segura.

Ninguna me atrae lo suficiente.

Cuando papá se acerca para darme un beso en la cabeza, cierro la pantalla de un golpe tan fuerte y rápido que temo que se haya quebrado algo.

Lo escucho reír.

—Deja de ver páginas inapropiadas, Stella —bromea mientras sirve los platos alrededor de la mesa. Emily se ríe, mis mejillas se tornan rojas.

Me gustaría poder negar todo y decir que son cosas de la facultad, aunque sé que es mejor guardarme esa información confidencial solo para mí. Ni siquiera me he atrevido a contarle al respecto ni a Selina ni a Parker, los amo con todo de mí, pero sé que intentarán animarme para irme a pesar de que existen demasiados obstáculos con los que no puedo lidiar ahora.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora