Capítulo 23 | ¡¡Ya nos exhibiste!!

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—Entonces... Stella, ¿eh?

Conozco ese tono. Más bien, conozco demasiado bien a Cam como para saber que ese es su tono pícaro e interesado al mismo tiempo.

—¿Qué tal te fue con ella, galanazo de fuego? —indaga el castaño, moviendo sus cejas de arriba abajo de manera pícara.

Frunzo el ceño antes de soltar un resoplido y luego una risa.

—La besé.

¿Conocen esa sonrisa boba de la que todos siempre hablan cuando están enamorados de alguien? ¿Sí? Bueno, esa sonrisa está plasmada en mi rostro. Eso pasó involuntariamente, ni siquiera tenía planeado sonreír de esta manera.

Cam abre la boca de manera exagerada con aires de diversión. Al cerrarla, coloca una sonrisa y me da un golpe como de felicitaciones en el brazo.

—¡Eso es, tigre!

El castaño se vuelve para cerrar su taquilla, pero antes de que siquiera pueda hacerlo, alguien empuja su cabeza dentro del casillero, provocando que él se golpee contra éste.

Notamos quién fue quien hizo eso. Evan, y a su lado hay unos cuantos de sus amigos riéndose de lo que acaban de provocar.

Mi mejor amigo camina hacia ellos y le da un fuerte empujón a uno de los chicos.

—¡¿Qué mierdas está mal con ustedes!? —les grita, furioso.

Toda la atención se centra en nosotros. Los estudiantes que están en el pasillo dejan de caminar por las acciones de Cam. Me acerco más a ellos, ya que ese grupillo se acerca a Cam como si fuera carne fresca de la que alimentarse.

Evan suelta una risilla de imbécil antes de decir:

—Controla a tu amigo, Duren. O nosotros lo tendremos que controlar.

Mi mandíbula se tensa con siquiera verlo. Recuerdo lo que hizo con Stella y me entra el gran impulso de romper esa sonrisa burlona en su rostro.

Nosotros nos quedamos callados y ellos caminan hacia la dirección opuesta. De repente, Evan para en seco y se vuelve para luego caminar hasta dónde yo estoy y dejar pocos centímetros entre nosotros, cosa que aumenta las ganas de borrarle su sonrisa estúpida.

—Por cierto —habla con sorna—, puedes quedarte con ella. Es una monja. No esperes demasiado, porque ni siquiera vale la pena, Duren.

Síp.

Definitivamente está muerto.

El enojo me rebasa y gana la batalla interna conmigo mismo. Solamente sé que mi puño ha hecho contacto con la mandíbula de Evan.

Él cae al piso.

Se levanta lo más rápido que puede y corre hacia mí para poder desquitarse. En ese momento, la pelea empieza. Evan se lanza contra mí, provocando que ambos caigamos al piso.

No recurro a la violencia siempre, sólo cuando alguien realmente se lo está buscando, y Evan al decir eso sobre Stella tuvo todas las razones para ser golpeado. Ella es la persona más amable, divertida, dulce y hermosa que he tenido el privilegio de conocer; sin embargo Evan no opina lo mismo de ella.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora