Capítulo 26 | El príncipe azul en mi ventana.

157 10 2
                                    

//::\\

Cuando llamé a Selina por teléfono y la invité a cenar no dudo ni por un segundo en aceptar. Además, cuando escuchó las dos palabras mágicas: hamburguesas y Tucker, ella ya estaba casi en la puerta de mi casa.

Selina siempre ha tenido una extraña fijación con mi primo mayor, Tucker. Es algo así como cuando una niña pequeña tiene una fijación con la salamandra que tiene de mascota y solamente se dedica a mirar cada uno de sus movimientos y a hacerle cariños.

—¿Algún chico? —indaga la tía Lillian, con tono insinuante.

Miro el plato sin atreverme a levantar la vista. No sé si Lucas puede considerarse como «un chico» en mi vida. Sí, nos hemos besado unas cuantas veces, pero no hemos ido ni siquiera a las tres citas básicas.

—Tal vez Stella te pueda contar algo al respecto —menciona Rosie. Levanto la mirada y la veo con mis ojos de fuego. Ella sonríe maquiavélicamente.

Maldita rubia del mal.

Rosie sonríe con orgullo de su intervención para una vez más, volver a hacerme pasar por vergüenzas enfrente de mi propia familia.

Miro a Selina con pánico en mis ojos y espero a que ella me ayude para salvar mi pellejo. Ella está demasiado ocupada viendo fijamente a Tucker mientras devora con mordidas parecidas a las de un dinosaurio su hamburguesa.

Le lanzo una patada a la rodilla, haciendo que la pelirroja suelte un chillido y me mire con furia. Puede notar la desesperación en mis ojos, por lo que se encoge de hombros al no saber que hacer para solucionar ésta situación.

La idea del año llega a mi cabeza para callar a la rubia y que no diga ni pío sobre Lucas.

—Quizás Rosie pueda decirte si hay un chico en su vida, tía Lillian. Después de todo, ella y Jake pasan demasiado tiempo juntos.

¡Maravillosa jugada, Stella!

Parece que los ojos de la princesa grumosa se saldrán de su órbita al oír mi dulce venganza. Sonrío y trato con todas mis ganas no soltar una risotada.

Veo como Selina quiere reírse pero no puede hacerlo. La reacción de mis primos y de la tía Lillian es dibujar la letra "o" con sus labios, y la reacción que tiene mi padre es rechinar los dientes. Esa no es una buena señal. Probablemente la princesa de la oscuridad y yo terminemos muertas después de esto.

—¿Jake? —repite Lillian con una sonrisa pícara—. ¿Acaso ese chico no era tu amigo de la infancia con el que solías tomar duchas en la tina?

La mocosa casi se ahoga al oír a mi tía Lillian. Para ser honesta, yo también casi me ahogo por querer burlarme a carcajadas de ella y festejar mi obra maestra a la que le llamo venganza.

Me mira con furia y pone una sonrisa de suficiencia en su rostro y dice:

—Stell, creo que aún tienes rastros de saliva de Lucas en tu mentón.

Deshonor. Deshonor a su vaca.

Estira su mano con una servilleta de papel y finge limpiar algo en mi mentón. Sonríe con falsedad y finge ser un angelito, aunque ya todos sabemos que es todo lo contrario, y con esto queda comprobado.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora