Capítulo 21 | Chico con golosinas y comida.

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Entro a la casa y cierro la puerta, luego dejo que todo mi peso caiga en ella. Salem pasa a mi lado y decido cargarlo para acariciar su pelaje como villana de las películas.

—Exijo una explicación del porque su lengua estuvo en tu boca —reclama papá, evidentemente enojado.

Rosie está por detrás suyo y simula que se está besando con alguien sólo para molestarme.

Me quedo callada.

Tal vez si finjo que estoy muerta no me pregunte nada y luego no quiera matar a su hija que finge que está muerta.

—Estoy esperando oír esa explicación...

Piensa Stella, piensa. ¿Cómo carajos vas a convencer a tu padre —quién parece detective— de que Lucas y tú no se estaban besando y que mucho menos metió su lengua en tu boca y tú tu lengua en la suya? Sí, eso parece algo imposible.

¿Será éste el fin del Hombre Araña?

—No nos besamos... —miento, insegura. Me iré al círculo más bajo del infierno por mentir tan descaradamente cuando todos saben la verdad.

—Sí, claro. —habla Rosie, lista para mofarse de mí—. Eso es como decir que te va bien en Química.

La mocosa comienza a reír como hiena retrasada, la fulmino con la mirada y de inmediato se calla y baja la vista.

—Rosie, a la cama. —Ordena papá, de brazos cruzados.

Ella bufa; no obstante obedece la indicación de mi papá. Sube las escaleras y ambos nos quedamos en silencio hasta esperar que ella se haya ido.

—Cocina. Ahora.

Dejo a Salem en el suelo y con pasos apretados llego hasta la cocina. No tengo ni la menor idea de que es lo que me depara mi desafortunado destino. Creo que papá sería capaz de cometer homicidio en estos momentos.

—¿Me vas a matar si te confieso que en realidad nos besamos Lucas y yo? —pregunto, jugueteando con las mangas de la chaqueta de Lucas. Siempre hago este tipo de cosas cuando estoy nerviosa.

Su rostro enojado desaparece y hay una diminuta sonrisa ladeada en su cara.

Este hombre es tan bipolar que algún día me va a matar.

—Claro que no —aléjese, esto es una trampa. Repito: ¡aléjese, esto es una trampa!—. De verdad te gusta ese chico, ¿no es cierto?

¿Qué mierdas acaba de pasar?

Me limito a asentir con la cabeza.

—Stell, ese chico es la primera persona capaz de hacerte salir a algún lado. Cualquier persona con ojos puede notar lo feliz que lo haces y lo feliz que te hace a ti.

Sus brazos siguen cruzados pero la sonrisa no se va. A decir verdad, este comportamiento me está empezando a dar miedo. ¿Qué digo miedo? ¡Me aterroriza!

—Sal, diviértete, se una adolescente, comete errores —su discurso se vuelve una plática motivacional, él se acerca a mí y recarga su mano en mi hombro—. Es difícil encontrar a una persona que te haga sentir como Lucas lo hace contigo.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora