Capítulo 5 | Golpe en los panditas.

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—¡No te rías! No estoy bromeando. —Confirma el castaño.

—Y yo tengo buena suerte —mi sarcasmo habla por mí, ocasionando que vuelva a soltar una risotada.

—Desde que he estado hablando contigo, Lucas no ha parado de vernos como si me quisiera castrar.

Mis ojos se desvían discretamente en la dirección de Elodie y Lucas. La vista del chico de ojos verdes se conecta con la mía y de inmediato volteo a ver a Cam.

—¿Te digo un secreto? —susurra—. Me agradas más que Elodie.

—Pero Elodie es parte de tu grupo de amigos.

—Lo sé. Elodie es adorable, pero siempre es muy perfecta. No es divertida. Tú eres muy divertida.

Me quedo pensando en las palabras de Cam, me están haciendo dudar de absolutamente todo. Nunca pensé que alguien pudiera decir algún pequeño defecto de Elodie, básicamente es perfecta. Ser divertida no debería ser un problema para ella.

Yo no me considero muy divertida. Mi suerte es hilarante, tengo tanta mala suerte que a la gente le saco carcajadas cuando mi suerte decide hacerme alguna maldad.

Observo que Lucas y Elodie terminan de charlar. Ambos se acercan a nosotros, la chica con un bronceado perfecto lleva la sonrisa más dulce que alguien podría tener, Lucas está serio y no deja de mirarnos.

—Creo que ustedes dos harían una linda pareja. —Comenta Elodie, al tiempo que nos señala con su dedo índice.

Por el poder del rayo de Zeus, por favor alguien venga a salvarme.

—Sólo somos amigos —aclara Cam.

Alguien ayúdeme. Dios, ten piedad de mi y sálvame de esta constante incomodidad que me ha estado persiguiendo por los últimos 18 años. Seré buena chica y ya no pelearé con Rosie, bueno tal vez eso no sea del todo cierto...

Al parecer Jesús escucha mis plegarias y la melena rubia rojiza de Selina se acerca a la banca en la que estoy sentada. Se aproxima con una sonrisa y paso alegre, en mi rostro toma lugar una sonrisa de alivio.

Trato de hacer señas discretas con las manos para que Selina se apresure y sepa la incómoda situación en la que me encuentro, formo sin pronunciar algunas palabras las cuales expresan mi desesperación.

Todos los años de ser la mejor amiga de la rubia rojiza no fueron en vano. Entiende a la perfección todas mis señas y palabras sin pronunciar, por lo que, dando zancadas llega a la banca.

—¡Stella! Necesito tu ayuda... —Selina me mira con miedo y su típica expresión de nervios—. Acaban de golpear a Parker...

Sel es como un detector de mentiras y también apesta para mentir —no más que yo—. Todos los factores que demuestran que está mintiendo, están saliendo a la luz: chasquea la lengua, toca las puntas de su pelo sin parar y su pie da golpes al suelo sin parar y con la velocidad de Flash.

Permanezco callada para no empeorar la situación. Parker es amigo de todos ellos, por lo que las caras de las tres personas sentadas a mi lado tienen un rastro de preocupación.

Una chica con mala suerte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora