Capítulo 6

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El exceso de cansancio era demasiado para mí, no supe en qué momento me quedé dormida, ya no aguantaba pasar ni un segundo más aguantar despierta, incluso después de despertar sentía mis parpados pesados, era incapaz de dormir sin despertar gritan...

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El exceso de cansancio era demasiado para mí, no supe en qué momento me quedé dormida, ya no aguantaba pasar ni un segundo más aguantar despierta, incluso después de despertar sentía mis parpados pesados, era incapaz de dormir sin despertar gritando, llorando o bañada en sudor, todo lo que veía eran tragedias y momentos que habían marcado mi vida. Talle mis ojos en un intento de desaparecer el cansancio que tenía, sabiendo que era inútil hacerlo, sentía un vacío, cada día que pasaba crecía sin parar, sabiendo que había algo que me hacia falta para sentirme bien, pero no tenia idea de que fuera con exactitud.

Me coloque unos tenis, me puse una sudadera deportiva delgada y Sali de mi habitación, entre a la cocina para tomar la bolsa que había dejado con la ropa que me desharía, y salí por la puerta trasera, brinque la barda y me adentre al aparente bosque, iba recto, ni siquiera miraba a mis lados, mantenía mi vista completamente al frente, no tenía ninguna expresión en mi rostro mientras caminaba, podía sentir la tensión en mis hombros y cuello, mientras me adentraba cada vez más a ese lugar. Hasta que me detuve en algún momento, considerando que estaba lo suficientemente alejada de la comunidad. Había encontrado una zona limpia, así que deje la bolsa ahí y puse algunas ramas secas encima para posteriormente prenderle fuego, había traído un encendedor, lo había tomado rápidamente de uno de los cajones, solo observe como este empezaba a consumirse, aventaba más y más ramas para que el fuego se mantuviera tan vivo para quemar todo a su paso, estaba eliminando cualquier pista que hubiera de mi en aquella escena que había cometido.

Al verme sentido segura y cómoda, dejando de lado la tensión que había sentido en un comienzo, me había marchado de nuevo a casa, no había nada de viento, hacía que no había forma de que se propagara el fuego al alrededor, debido a que me había asegurado de que no hubiera rastro de vegetación seca que permitiera para esparcirse, además que la falta de viento disminuía aun más las probabilidades de riesgo.
Ni siquiera regrese a casa, tape un poco mi cabeza mientras caminaba por las calles, ya no había manera que me perdiera aun más en este lugar, puesto que mi propio aroma me llevaría de vuelta a casa, camine y camine sin parar, hasta llegar a la zona céntrica, solo observaba a las personas de mi alrededor, como algunos iban solos, otros estaban acompañados, callados, platicadores.

Solo podía sentir algo de incomodidad y molestia, no soportaba el ruido, ni siquiera la alegría de las demás personas, ni siquiera fui consiente cuando estaba caminando en automático, tanto fue hasta que termine tropezando con un desconocido, no estaba interesada en disculparme, seguiría mi camino de no ser por el hombre que se encontraba enfrente mío impidiéndome que me fuera, mientras sus facciones empezaban a cambia a uno de molestia.

—¿Quién eres vos para intentaros marchar sin disculparte? ¿eh? —cuestiono molesto e irritado el hombre, sin siquiera en molestarse en ver con quien hablaba—¿Qué no sabéis de modales tío?

Y finalmente me vio, iba a seguir hablando, pero termino quedándose callado al instante, solo parpadee lentamente, para terminar pasando de largo, seguí caminando, el olor de café atrajo completamente mi atención, me fue inevitable no olfatear con disimulo, disfrutando demasiado aquel aroma tan agradable, no pensé que algo me podría producir tanto placer como esto, me hiso recordar en Dylan en ese breve momento, e incluso ligeramente la comisura de mi boca se había elevado de manera inconsciente, realmente lo extrañaba a él, apenas era consiente de eso.
Al llegar al local, solo pude permanecer de pie, observando desde la ventana el interior de este, era tan lindo, e incluso lucia muy acogedor con el diseño de su interior, tanto que me hacia querer estar ahí, bebiendo un poco de ese delicioso café y sentirme acogida un momento del frío que me rodeaba mi vida.

¿Cuándo había sido la última vez que había deseado algo tan desesperadamente?, no era capaz de responderme esa simple pregunta, ni mucho menos disfrutar de algo como este simple aroma común, definitivamente me sentía demasía infeliz como para disfrutar algo tan sencillo como esto.

Solo me tomo un breve momento antes de empezar a salivar, pero ni siquiera traía conmigo algo de dinero para darme ese lujo, porque definitivamente si me marchaba no volvería a salir de nuevo, ni siquiera para darme este gusto. Pero no contaba con ver uno de ellos ahí adentro, al notar que lo veía también no tardo en sonreír con descaro, estaba como cajero, pero no dudo en dejar su puesto y dirigirse a mí, entre en conflicto interno si debía darme la media vuelta o quedarme ahí esperando a ver qué sucedería, pero me perdí más en mi pensamiento en que hacer y antes de que decidiera algo ya estaba al frente mío sonriendo.

—Has estado tan ausente, que ya habéis preocupado a los demás— comento con tranquilidad sin apartar su mirada de ella—pero ese no es el caso, debéis pasar, esta algo frío.

—Si sabes que no siento nada de frío, ¿verdad?

—Joder, por supuesto que lo sé— dijo de buen humor después de soltar una ligera risa—no digo por ti, las personas no tardaran en veros raro por la vestimenta que lleváis, que os aclaro, que es demasiado delgada y ligera para soportar estas temperaturas.

Estaba dudosa de si estaba haciendo lo correcto, pero terminé siguiéndolo, el siempre hecho de estar adentro pude percibir la esencia de la calidez del lugar, podía escuchar las conversaciones sin ningún problema que mantenían las personas que se encontraban, pero la verdad es que no estaba para nada interesada en saber de lo que hablaban, me acompaño hasta uno de los lugares disponibles para dejarme sola, por un momento mantuve mis ojos cerrados disfrutando de esta tranquilidad, pero no duro ya que al abrir los ojos de nuevo, tenía al hombre con el choque de piel al frente de mi mesa.

—Es una coincidencia, volvernos a encontrar.

No puede ser cierto esto. Lo que menos quería era lidiar con problemas, y aquí tenia a uno que podía ver, ni siquiera tenia palabras para contestar algo, solo pude mirarlo, esperando a que se fuera.

—¿Acaso no habláis? —la miraba atentamente, en espera de una respuesta la cual no obtenía en lo más mínimo—o ¿no quieres hablar? —dijo mientras tomaba asiento sin dejar de verla.

Empezaba a irritarme de solo verlo ahí cómodamente, cuando ni siquiera le había dado permiso de tomar lugar en la mesa en la que estaba. Deje de verle al ver como se acercaban con una taza humeante de café.

—¿Necesitáis algo más? —pregunto al dejar en la mesa la taza de café.

—Estoy bien con eso, Pablo, gracias— dije con amabilidad.

Al cerrar los ojos, el fuego de una guerra. L1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora