¿Hace cuánto que no tenía este sentimiento?, sentir el verdadero miedo, ¿tal vez un año?
Ya no importaba, estaba libre, me apegué a la pared mientras me encogía en mi lugar pronto las lagrimas salieron, cubrí mis ojos tan rápido sentí como mis mejillas se mojaron. Me ardía la espalda, era el lugar mas sensible que tenia en todo mi cuerpo, ni siquiera mis brazos o algunas partes de mi pierna tenían tanta sensibilidad como ahí.-Yadira-hablo con voz baja y preocupara.
-No te acerques-mi voz se quebró-no por favor.
No sé cuánto tiempo había pasado, ni siquiera me di cuenta que me había quedado dormida, sentía ardor así que eso me había despertado, al mover un poco mi cuerpo me queje de dolor, mi piel de la espalda se estiraba en cada movimiento pequeño que hacía, por el rabillo de mi ojos mire a mi costado, dándome cuenta que ahí estaba sentado en el suelo, recargado en la pared contrario, tenia un aspecto decaído mientras me veía.
Con cuidado me puse de pie, empecé a sentir comezón en la herida, supongo que estaba intentando sanar, pues así se sentía la cicatrización.
-Despertaste- se puso de pie rápido y dio un paso para acercarse-lo lamento, no era mi intención...
-No- fue mi respuesta al ver su reacción, mientras me daba la media vuelta e irme.
-Espera, tu espalda...
-Imagina que no vistes nada-murmure.
Me apresure para ir a mi cuarto, al llegar volví hacer lo mismo de ayer, entre rápido al baño e intente ver mi espalda con aquel pequeño espejo, como lo pensé, se había manchado de sangre. Cubrí mi rostro con mis manos, estaba por quedarme sin más blusas manga largas, todas las demás se habían manchado de sangre y no logre rescatarlas.
Rápidamente me las quite y la empecé a lavar, use el agua caliente para que se desprendiera más rápido la sangre, lo deje tendido en donde estaba la cortina para ir a buscar el botiquín, pero estaba vacío, había usado todo.Tire el recipiente y permanecí quieta en mi lugar, después pase mis manos por mi cabello mientras dejaba salir un largo suspiro, debía tomar una ducha para limpiar, iba a revisar el ropero para asegurarme cuanta ropa limpia me quedaba, solo que no contaba encontrarlo.
Antes de que pudiera reaccionar intentando volver al baño, Damon había avanzado a grandes pasos, había tirado lo que traía en sus manos para sujetarme del antebrazo con firmeza, mientras tiraba de este con fuerza alzándolo impidiendo que me moviera.-¿Qué significa esto? -cuestiono mientras la veía fijamente.
-Detente- con mi mano libre sujete mi brazo tirando de el pero no funcionaba-estas lastimándome.
El ambiente de nuestro alrededor se sentía tan helado que podría erizarme la piel, pero era por su humor que había empeorado mientras me veía, sus ojos azules se habían vuelto tan fríos mientras recorrían cada centímetro de mi piel expuesta, por un momento sus pupilas habían estado dilatadas, pero en cuestión de segundos se habían retraído tanto que supe que había vuelto en el mismo peligro.
-¿Quién? -guardo silencio un momento- ¿!QUIEN¡? -exigió en un grito.
Sentí como la piel de mi columna se erizaba, me encontraba en una posición en la cual no tenía salida, ni siquiera podía verlo a los ojos, ¿cómo era posible que yo le bajara la mirada a alguien?, yo quien desafiaba, ahora le bajaba la mirada sin dudarlo justo a él, sabia con perfección que si me atrevía a verlo directo a los ojos era retarlo, mi posición era tan humillante, no era rival.
-Más vale que hables en este momento- advirtió.
Su voz era tan gélida y amenazante, no debía, no debía verlo ni mucho menos a hablar. Aun manteniendo mi otro brazo alzado, con su mano libre me tomo de la mandíbula obligándome a verlo a los ojos.
-DI-ME- hablo lentamente.
Eran tan agudos esos ojos, le vena de su cuello parecía que estallaría en cualquier momento, de tanta presión que hacia en su mandíbula sus dientes rechinaron ligeramente, sostuve su mirada, sus ojos no se apartaban de los míos ni un centímetro.
Mi cuerpo se sentía tan pesado, mis pulmones me dolían como si no respirara, no podía moverme, el ambiente era tan pesado indicando lo peligroso que es, su respiración era tan pesada y ruidosa al pasar por sus labios entreabiertos, pronto mostraría los dientes, dejando ver aquellos colmillos amenazantes.
-Quiero una respuesta, no lo repetiré Yadira, -sentencio-así que no me retes, ¿entendiste?
Su agarre se seguía manteniendo firme, era claro que no me dejaría tan fácilmente y menos si no daba una respuesta. No podía con esto, era demasiado para mí, me sentía tan abrumada con la situación.
-Yo- mi voz tembló al intentar formar una frase adecuada.
-Tú, ¿qué? -incito a que siguiera hablando.
No pensaba intentarlo, volví a intentar soltarme haciendo lo posible de no tener contacto con él, pero era muy difícil, ni siquiera su agarre era mas fuerte, simplemente se mantenía firme.
-No importa que tanto lo intentes no te soltare hasta que hables- aclaro mientras su voz sonaba más grabe-así que, empieza.
No tarde en verlo, sus ojos se mantenían agudos en ese momento, realmente no mentía al decir que no me soltaría si no hablaba.
-Me torturaron, ahora suéltame- deje de verlo, mis ojos picaban y quería estar lejos.
-¿Quién? -estaba furioso.
-Ya hable, suéltame- pedí mientras tiraba de nuevo de mi mano, era demasiado.
-Quiero nombres, Yadira.
Mi nombre sonaba tan severo, su agarre no era fuerte ni muncho menos hacia un intento de esfuerzo, pero cuando sentí su dedo pulgar tocar con más interés mi piel, el terror se disparo mientras mi cuerpo temblaba.
No necesitaba verlo para saber como lucia su rostro en ese mismo momento, cuando intente jalar mi brazo, este dejo de alzarlo, pero aun así no me libero, no podía dejar de temblar.
ESTÁS LEYENDO
Al cerrar los ojos, el fuego de una guerra. L1
Ficción GeneralEn edición Sinopsis De ser una joven tranquila con una vida sencilla, rodeada de una comodidad envuelta por la presencia de su familia, amando y valorando lo que tenía, a terminar siendo una extraña, rodeada de peligro y con el único objetivo, sobre...