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La relación de Wonpil y Younghyun había mejorado rápidamente, y de una manera que Dowoon consideraba algo extraña.

Conocía de sobra a su amigo, sabía que tenía ese lado de madre siempre alerta, pero tenía claro que no era el único que los miraba raro cuando se paraban en medio del pasillo para que Younghyun le atase los cordones. Esa era solo una de muchas cosas extrañas que hacían, y ahora mismo Dowoon se encontraba frente a otra.

Aquella mañana hacía viento, y Wonpil había llegado todo despeinado a la hora del descanso. Dowoon estuvo a punto de reírse de él, hasta que vio como Younghyun lo sentó en su regazo y comenzó a cepillarle el pelo, con cuidado, deslizando el peine entre sus cabellos como si pudiese romperse en cualquier momento -cosa que Dowoon no ponía en duda.-


— Eh, chicos... —murmuró el menor de los tres, tomando un sorbo de su zumo. Ambos se giraron hacia él, a pesar de no decir nada. Dowoon se quedó en blanco.

— ¿Qué pasa, Dowoonie? 


Oh, sí. Wonpil había comenzado a llamarle así. Lo encontraba tan adorable que le daba arcadas. Esa manera tan dulce, cariñosa y vomitiva de hablar que usaba hacía que su cabeza se descolocara e incluso balbuceara al intentar expresarse.

Younghyun sonrió, guardando el peine en su bolsillo antes de palmear suavemente el muslo de Wonpil, indicándole que había acabado. Éste, con un puchero, negó con la cabeza y se acomodó sobre él, a la vez que fruncía levemente el ceño.


— No. —se quejó, a lo que el mayor solo pudo responder con un suspiro.

— Pero desde aquí Dowoon no puede verte. ¿No quieres que vea lo guapo que estás?


El rostro del bajito cambió, mirando de reojo al recién nombrado. Dio un tirón a los cordones de su sudadera y negó con la cabeza, de nuevo, encogiéndose y escondiendo su rostro en el hueco de su cuello.


— Ow. —Younghyun le rodeó con sus brazos, dando pequeñas palmadas a su espalda, mientras Dowoon los observaba en silencio, sin saber realmente qué decir.


Sí, definitivamente, esto era raro.






Estaban ya saliendo de clase. Younghyun -para variar- llevaba a Wonpil de la mano, quien iba saludando a casi todos con los que se cruzaba. Aunque el castaño había tenido un comienzo duro, todos habían acabado cayendo ante su dulzura. 

Compartía libros con Chaeyoung, hablaba de música con Jinyoung e incluso había conseguido una disculpa por parte de Jackson, quien ahora le defendía de cualquiera que se atreviese a, siquiera, mirarle de mala manera.

Al llegar a la puerta de salida, Dowoon pudo apreciar que el rostro de su amigo se iluminaba en una sonrisa, a sabiendas de que ahora recibirían su dosis diaria de amor por parte de Wonpil. El pequeño había tomado la costumbre de despedirse con un abrazo desde el principio, pero hace unos días había añadido un beso en la mejilla para cada uno. Younghyun trataría de alargar el abrazo como todos los días y después le haría una pedorreta en la mejilla, que causaría que Wonpil estallase en una carcajada aguda. Después se dirigiría hacia él, con la mayor de las sonrisas, y le daría el beso más ruidoso que había recibido en su vida, después de acogerle entre sus brazos. Dowoon le alborotaría cariñosamente el pelo, y se despediría con una pequeña sonrisa. Luego Wonpil escucharía el cláxon del gran coche rojo que todos los días viene a recogerle, y saldría corriendo hasta adentrarse en él. Era su rutina.

ʙ ᴀ ʙ ʏ ; 𝒅𝒐𝒑𝒊𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora