2.4K 308 259
                                    




Dowoon y Younghyun estaban ya frente a la casa de Wonpil. Mejor dicho, frente a la enorme casa de Wonpil.

No es que pensara que fuese necesario que lo supieran, pero Dowoon no se esperaba para nada que Wonpil viviese allí. De hecho, llevaban diez minutos frente a la puerta, sin saber realmente si llamar o no. Hasta que ésta se abrió, mostrando al más bajito de los tres que, al confirmar que eran sus amigos los que estaban en su entrada, sonrió ampliamente y los atrapó entre sus brazos con un chillido agudo.

Younghyun llevó una de sus manos al cabello ajeno para revolverlo, acercándose a abrazar personalmente a Wonpil al acabar el abrazo grupal, levantándolo en el aire y dándole un par de vueltas que causaron varias risas entrecortadas en el de ojos bizcos.


— ¡Y-Younghyun hyung! —exclamó emocionado cuando sus pies tocaron el suelo, llevándose ambas manos a la tripa para calmar el dolor que le estaba causando aquella risa tonta que le había dado.


Los tres entraron de nuevo, y Wonpil les dijo que podían dejar sus zapatos en la entrada. Ambos lo hicieron. Dowoon se sintió algo avergonzado al dejar sus tenis rotos junto a unos zapatos de piel que juraría que valían más que toda su sucia existencia. También se fijó en que, además de zapatos del bajito, se encontraban zapatos de mujer, igual de elegantes.

Siguieron a Wonpil por los pasillos hasta que llegaron a la cocina, donde Wonpil entró emocionado. Ambos chicos entraron en el amplio espacio, y vieron como su anfitrión abrazaba a una mujer por la cintura con fuerza. Ésta se encontraba lavando los platos. Del almuerzo, supuso Dowoon.

Ella se giró y miró a los chicos con una amplia sonrisa, y Dowoon juraría que acababa de ver un ángel. ¿Cómo podía la madre de Wonpil ser tan atractiva? Y joven. Oh, dios. Definitivamente se conservaba bien.

Tampoco sabía la edad de Wonpil. Tenía seguro que era menor que él, pero su primera impresión había cambiado. ¿Tal vez un año menor? Sí. Tenía claro que Wonpil era el más pequeño de todos.


— Mami, ellos son Dowoon y Younghyun. ¡Son los chicos de los que te hablé! —Dowoon mostró una pequeña sonrisa tímida. Había algo en la madre de Wonpil que le ponía nervioso.

— Encantado, señora. —murmuró él, inclinándose en una reverencia. Obligó a Younghyun a hacer lo mismo al verlo quieto, colocando una de sus manos bajo su espalda para que se agachara. Le extrañó el gesto serio en el rostro de su amigo.

— Señorita, por favor. —respondió ella con la voz más dulce que Dowoon había oído en su vida.


Él asintió, sintiéndose avergonzado de una forma bastante repentina, llevando una de sus manos a su nuca para frotarla con timidez. No creía en el amor a primera vista, pero tenía claro que la madre de Wonpil sería su amor platónico.


— Iremos a hacer el proyecto de arte, mami. —habló de nuevo el pequeño, volviendo a abrazar a la joven. Se puso de puntillas para besar su mejilla y recibió un apretón en uno de sus hombros y un empujoncito cariñoso.

— En un par de horas os llevaré la merienda, ¿vale, bebé? —respondió ella. Dowoon se fijó en que su tono de voz había cambiado completamente al hablarle a Wonpil, quien asintió y se acercó a ellos. Dowoon se sintió contento. Era una persona bastante empática, y había tanto cariño en el ambiente que le hizo sentirse bien consigo mismo.


De nuevo, comenzaron a caminar tras Wonpil hacia lo que Dowoon suponía que era su habitación. Miró de nuevo a su amigo, viéndole extrañamente serio. Aquello no era normal en él. Llevó una de sus manos a la del mayor, dándole un pequeño tirón para llamar su atención. No recibió ningún tipo de respuesta.

ʙ ᴀ ʙ ʏ ; 𝒅𝒐𝒑𝒊𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora