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— ¡No! Así no. En el tres va el azul. Dame, tú no sabes.

Dowoon suspiró, viendo cómo Wonpil le arrebataba el rotulador de su mano y coloreaba él aquella franja que tenía un pequeño tres en el medio. Dowoon bufó, cruzándose de brazos, recibiendo una risa por parte de Younghyun.

— No me has dado tiempo a...
— ¡Mentira! ¡Es que tú eres muy lento!

Dowoon alzó sus cejas, sorprendido por esa contestación. Miró a su amigo, que casi había puesto el mismo gesto, pero el de él tenía un tono más divertido.

— ¡Wonpil!

Los tres se giraron hacia la puerta de la habitación, pero solo él nombrado se estremeció al ver el rostro severo de su 'madre'.

— ¿Qué formas de hablar son esas?
— No, mami. Yo no he sido. Es culpa de...
— ¡Wonpil, para! —la joven dio un golpe en el suelo con su tacón, cruzándose de brazos.— Pídele perdón a Dowoon.

Wonpil bufó, girándose hacia su amigo, que le miraba con una sonrisa triunfante. El más bajito frunció el ceño, golpeando sin fuerza su pecho.

— ¡Mira, mami! ¡Se está riendo!
— ¿¡Yo!? —Dowoon se llevó una mano al pecho, haciéndose el sorprendido.— Jamás. Estoy esperando mis disculpas.

Wonpil lloriqueó, volvió a golpear su pecho y luego se recostó sobre él, escondiendo allí su rostro. Dowoon automáticamente llevó una de sus manos al cabello ajeno y lo acarició, rodeando su espalda con su brazo libre. Sunmi suspiró mientras se llevaba una mano a la frente.

— Bebé, ¿sabes que los chicos que se portan mal no comen postre?

Wonpil se incorporó rápidamente, alejándose del cuerpo de su amigo sin ver el puchero que se había formado en su rostro.

— Pero yo me porto bien.
— No cuando le hablas mal a Dowoon, amor. —Wonpil frunció el ceño, pensativo, mirando luego al de pelo negro. Éste exageró su puchero, intentando suavizar las cosas.
— L-lo siento...

Y de nuevo Dowoon volvió a abrazarle. Wonpil recibió una felicitación por parte de Sunmi, y ésta le prometió doble postre como premio. Younghyun observó la escena con ternura. Hacía unas semanas que Jae se había ido de vuelta al pueblo, y aunque estar con Wonpil conseguía distraerle un poco, también hacía que echase mucho de menos a su bebé.
Había pasado un par de meses desde que le contaron todo a Dowoon, y él lo había llevado bien. Ahora era Younghyun el que a veces miraba raro a su amigo pues nunca se habría imaginado que fuese a acostumbrarse tan rápidamente al comportamiento aniñado de Wonpil. Se había sorprendido más de una vez siendo empujado por Dowoon para arreglar él el pelo de Wonpil, o para limpiarle alguna mancha de la cara. No es que para él fuese algo malo, de hecho, le hacía sentir bien ver que su amigo cuidaba al pequeño, y esperaba que éste se diera cuenta de los sentimientos que tenía por él.
Sí, era cierto. Wonpil estaba tan acostumbrado a ser cuidado por los demás que ni siquiera se le había pasado por la cabeza que las intenciones de Dowoon fueran más allá de eso.
Ahora, Dowoon se encontraba mirando con adoración al de pelo castaño, mientras éste coloreaba concentrado de no salirse de los bordes. Era el quinto dibujo que hacía, y aunque Younghyun había comenzado a aburrirse y mirar su móvil de vez en cuando, Dowoon estaba maravillado.
Ver a su bebé -porque sí, a veces le gustaba pensar que Sunmi de repente ya no existía y Wonpil era su bebé- tan concentrado y disfrutando de una actividad tan simple como colorear le hacía sentir exageradamente feliz. Bajó un momento su vista a su reloj de muñeca. Ya eran las cinco y media, así que, revolviendo cariñosamente el cabello de Wonpil, se levantó y se dirigió hacia la cocina. Sabía que Sunmi estaría preparando la merienda de Wonpil, y como cuando estaban allí también tenía el detalle de alimentarlos a ellos, quiso ayudar un poco. Cuando llegó a la cocina, efectivamente, la mayor se encontraba llenando de zumo de melocotón el vaso de Wonpil. Alzó la vista al ver a una persona llegar, y le regaló una sonrisa dulce.

— Dowoon, cariño. ¿Necesitas algo?
— Solo quería ayudar un poco. —murmuró con una pequeña sonrisa, haciendo una leve reverencia como saludo, tomando el paquete cerrado de galletas para sacar algunas y dejarlas en un plato.
— Muchas gracias, de verdad. —respondió ella, apoyando su espalda baja un momento sobre la encimera para tomar aire profundamente, observando al menor. Se fijó en que había esparcido las galletas del plato de Wonpil con cuidado, y sonrió al darse cuenta de que con ellas había formado un corazón. Dejó escapar una suave risa, recibiendo una mirada curiosa por parte de Dowoon.— ¿Sabes? Cuando los padres de Wonpil fallecieron... él no tenía a nadie. —comenzó, mirándole.— Sus únicos abuelos viven fuera, y no es muy cercano a ellos. De hecho, se negaron a cuidar de él. —Dowoon frunció el ceño.— Yo era amiga de su madre. Lo fui desde primaria... cuando tan solo teníamos ocho años ya habíamos decidido que seríamos la madrina la una de la otra en nuestras bodas. —volvió a reír, recordando su inocencia.— Y yo pude cumplir mi promesa. Ella se casó con el chico del que estaba enamorada y yo, bueno. Solo dejé que el chico del que yo estaba enamorada se casara con la mujer de sus sueños.— Dowoon bajó su mirada. No sabía por qué le estaba contando eso a él, pero de repente se arrepentía de haberla hecho desaparecer más de una ve en su mente.— Así que, cuando fallecieron... vi que Hyejin había dejado puesto en su testamento que, hasta que Wonpil fuese mayor de edad, si a ellos les pasaba algo... él estaría a mi cargo. —Sunmi se pasó una de sus manos por su cabello, acomodándolo.— Me entregaron la llave de su casa y cuando vine, Wonpil estaba encerrado en su cuarto. Él lloraba, y no salió de su habitación hasta dos días después. Tuve que llevarlo al médico porque estaba muy débil, y estuvieron a punto de ingresarle. Por eso... me aseguro de que siempre coma bien. Tuvo anemia y no puedo ni pensar en lo que pasaría si él dejara de comer otra vez. —frunció el ceño, alzando su vista hacia Dowoon. Estaba mirándola, también con el ceño fruncido, sabiendo que lo único que estaba haciendo era preocuparle. Calmó su gesto y le sonrió, agarrando la bandeja entre sus manos.— Pero no era a eso a lo que quería llegar. —se tomó un tiempo para continuar hablando, dirigiéndose hacia la habitación de Wonpil a paso lento.— He notado cómo le miras. —dejó escapar una corta risita, y a Dowoon se le heló la sangre.
— N-no es mi intención separarle de él. —se excusó rápidamente Dowoon.
— No, pequeño. Está bien. Yo ya he hablado de esto con Wonpil. Cuando todo ocurrió, él se sentía solo. Únicamente me tenía a mí a su lado, y de alguna manera, me idealizó. Él piensa que está enamorado de mí... pero no es así. —Sunmi le miró de reojo, recibiendo un leve asentimiento de cabeza por parte de Dowoon.— Escucha. Yo le quiero muchísimo. Y ahora mismo, él lo es todo para mí. Pero sé que en algún momento tendrá que dejar el nido. —Sunmi suspiró, dejando la bandeja en una mesilla del pasillo. Habían llegado más pronto de lo que ella pensaba a la habitación del menor, y aún no había terminado de hablar con Dowoon.— Wonpil es muy sensible. Llora por todo, se pasa el día chillando y va a todos sitios corriendo. —consiguió provocarle una sonrisa tímida a Dowoon, quien bajó la mirada, avergonzado. Ella se acercó y posó su mano en su mejilla, haciendo que la mirase.— Por eso... tienes que asegurarme que sabrás lidiar con él. —murmuró ella.— Eres un chico muy atractivo, Dowoon. Acabarás gustándole a Wonpil tarde o temprano, y quiero que seas tú quien le cuides.

Dowoon sintió su boca secarse. Respiró entrecortadamente, y separó sus labios para hablar.

— Quiero hacerlo. —susurró, mirándola, con determinación.

Sunmi sonrió, y se acercó a rodearle con sus brazos.

— Gracias.

ʙ ᴀ ʙ ʏ ; 𝒅𝒐𝒑𝒊𝒍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora