Devuelta al manicomio

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Gabby

Siempre había odiado el primer día de instituto, de vuelta a las odiosas tareas, de vuelta a los odiosos profesores, de vuelta a la odiosa rutina y por si fuera poco de vuelta a los mismos odiosos patanes irritantes a los que llamo compañeros de clase.

Me incorporé aún somnolienta y restregué mis ojos intentando adaptarme a la claridad de la mañana.

¡Sip! aquel sería un día muy largo.

Desvié la mirada hacia el vestido de baño rojo que yacía sobre mi cómoda, al pensar en  el gran acontecimiento que estaba por ocurrir me erguí inmediatamente y decidí empezar el día "con el pie derecho" como decía mi madre.

Mi madre... ¡Demonios!

Desvié automáticamente mi vista hacia la mesita de noche izquierda.

—Buenos días, mami.

Suspiré al tiempo que tomaba el pequeño retrato con la foto de ella, hacia más de un año que la habíamos perdido. Fue la mejor salvavidas de todos los tiempos y es por eso que había decidido seguir sus pasos hasta que decidiera qué hacer con mi vida, ella hubiera querido lo mismo, además, me divertía mucho haciéndolo . Él mar me recordaba muchísimo a ella, como si su espíritu poseyera las olas y hablara a través del infinito vaivén.

Regresé a la realidad al momento que mis pies tocaron las frías baldosas, sacudí la cabeza y me dirijí automáticamente al baño. Me desvestí y entré a la ducha, dejé que el agua relajase mis músculos agarrotados y se llevara todo rastro de sueño . Comencé a idear mi tabla de pros y contras del dichoso día.

Vale, en los contras teníamos regreso a clases, las tortuosas tareas, el hecho de que esperaba poder cumplir un año más pasando desapercibido...

Lo sé, se "supone" que los salvavidas son el tipo de personas super sexys, bronceadas y con una personalidad muy espontánea y radiante, pero no soy así o al menos no en el instituto.

Ah ah

La preparatoria era bastante cruel, o eras alguien o no eras nadie, decidí no tener la cumbre de mi vida durante aquel dichoso periodo, como muchos sujetos del instituto. En resumen, quería saltarme la etapa de "la promesa del deporte", "la más linda de la escuela", "el príncipe de la clase", "el futuro Oppenheimer". Así que sí, era la chica invisible en el instituto y la valiente salvavidas en la playa.

Cerré la regadera y me envolví en una toalla que tenía a mano. Comencé a secarme mi rojo cabello, estaba pensando teñírmelo de negro para lograr mi cometido de "chica invisible" al 100%.

"Patética" pronunciación automáticamente mi subconsciente por lo que lo callé de inmediato.

Salí del baño y me dirijí a paso perezoso de vuelta a mi habitación. Mi uniforme consistía en una camisa blanca manga larga, una corbata negra, un saco gris con detalles negros en los bordes, una falda plisada del mismo color del saco, medias negras que llegaban un poco abajo de la rodilla y zapatos mocasines negros. Todo un uniforme de instituto para niños ricos. No lo odiaba, o por lo menos no del todo, tenía sus cosas buenas y malas como todos. En realidad me hubiera gustado estar en un instituto cualquiera, habrían sido más sencillo integrarse. Pero no, nada más y nada menos que el Instituto Saint Rowena de Los Ángeles, mi abuelo se graduó de allí, mis padres también, Logan igual ¿porqué yo sería la excepción?

Al colocarme la ropa interior, sentí el peso de una mirada, me giré de golpe para encontrarme con los ojos grises de mi hermano... Mayor por si fuera poco.

—¡¿Eh?! ¡Logan! ¡¿Acaso quieres una foto?! —le lancé un zapato que encontré de primera mano en el piso.

Mi atrevido hermano se reía a carcajada suelta, ignorando por completo que lo sorprendí mirándome ¡en ropa interior! Entró sin siquiera pedir permiso y se sentó en la cabecera de mi cama.

¡Déjame en paz! ¡Asesino!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora