Gabby
Nikki desfilaba por toda la habitación usando un montón de conjuntos que le quedaban espectaculares, pero al parecer ninguno le convencía.
Tiré ligeramente de mis mejillas con las palmas de mi mano, desfigurando momentáneamente mi rostro, cuando anunció que el outfit #35 tampoco era apropiado, yo por mi parte estaba nerviosa, aterrada y frustrada que no dudé en gritarle que si no se apresuraba llegaría Año Nuevo y seguiríamos allí buscando el bendito atuendo perfecto.
Tenía los nervios a flor de piel, caminaba de un lado a otro.
Al final, la niña se decidió por un vestido blanco ceñido al cuerpo con dos tiras gruesas que se cruzaban en su espalda, acentuando su figura y unos zapatos coral de plataforma. Se enchinó el pelo y se maquillo, estaba despampanante –tal vez demasiado– pero si fuera a ir el chico que me gusta, creo que...
¡No! me visto para mí, no para nadie más.
Estaba dispuesta a salir cuando Nikki me detuvo de un manotazo por el torso, mirándome fijamente como si fuera un bicho raro o algo.
—Eh, ¿Gabby? no pensarás ir a la fiesta con esas fachas? —preguntó horrorizada señalando mis Crocs, mis shorts azules y el uniforme de salvavidas que aún llevaba puesto.
Le lancé mi mejor cara de ¿En serio?
¿Qué tenía eso de malo? ¿no era lo suficientemente apropiado para una fiesta? ¿en la playa?
Repito, PLAYA.
—Pero Nikki, así estoy bien. La que debe impresionar eres tú, no yo. —zanjé agotada, ese día había sobrepasado mis límites y no tenía fuerzas ni para mantenerme en pie, solo quería dormir hasta altas horas del día siguiente.
Nikki me sonrió con ternura.
—Al menos deja que te busque algo bonito para ponerte encima ¿vale? —la miré escéptica—, nada escandaloso lo prometo.
Se metió nuevamente en su armario y salió casi de inmediato, tendiéndome una chaqueta Levi. La elección no me pareció para nada mal, y me cubriría del fresco de la noche.
Miré de reojo a Nikki y agradecí el que haya respetado mi elección de vestuario, sonreí y tomé la chaqueta.
—Muy bien, Gabby. Tenemos cuarenta minutos aún para que Eloise se vaya a dormir y así poder escapar sin miedo a que nos descubran, puedes darte una ducha y secarte el cabello mientras yo bajo y me aseguro de que Hendricks se fue a la casa de al lado, supuestamente su telenovela debió acabar hace 20 minutos.
No lo pude evitar y solté una carcajada, cuántas veces más se habría escapado para salir de fiesta, ay que niña.
Al salir de la habitación entré al baño, me desvestí lentamente y entré a la ducha. Abrí la regadera y pegué un respingo al sentir el agua fría entrar en contacto con mi piel, esperé un rato bajo el agua para que mi cuerpo se acostumbrara.
Bueno, ya estaba, iría a una fiesta a la que no quería ir, vería exactamente a las personas que no quería ver y estaría en un lugar donde realmente no quería estar. Y toda para ¿qué? superar mi "miedo hacia las personas" como había dicho Nikki o más bien solo para hacerle compañía mientras intentaba ligar con Carter.
Un aura deprimente me rodeo. Ay, ay, ay ¿porqué tengo que ser el mal tercio?
Además, aunque solo fuera para intentar probarme a mí misma que podía hacerlo sabiendo que jamás lo lograría, ya no podía hacer nada. Había dicho que sí y era lo que haría. Me pasé las pastilla del jabón por todo el cuerpo, dejé que el agua se llevase todos mis problemas al menos por un momento, salí y me enrollé en una toalla. Me sequé lentamente y me vestí nuevamente, sequé rápidamente mi cabello y me dirigí al espejo, increíblemente el resultado no me disgustaba. Agarré mi mochila y saqué lo necesario, me apliqué un poco de serum en las pestañas y bálsamo de labio.
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¡Déjame en paz! ¡Asesino!
Teen FictionUn asesino con complejo de espía, subestimado y un tanto infantil. Una salvavidas pelirroja con demasiadas cosas en la cabeza y tendencia a esconderse de las personas. Una terrible suerte y un karma del tamaño de los dioses. El destino parece empeña...