Gabby
Llevaba mas o menos 15 minutos en ese lugar, y ya estaba empezando a hartarme. Apenas llegamos Nikki me dejó a mi suerte para irse con Carter.
¡Con Carter!
Por un lado entendía lo atortolada que estaba, pero eso no era excusa suficiente para que me dejara varada en medio de ese gentío, en menos de 5 minutos más chicos de los que podría contar con los dedos de mis dos manos juntas, se acercaron a mi con intensiones poco dignas, aunque inmediatamente se alejaban espantados al ver mi cara de bloque usual.
—¿Porqué tan solita?
—No lo sé, tú dime —respondí con los dientes apretados y una sonrisa torcida.
—Ehh... Creo que necesitas un trago.
Espera, esto me resulta familiar.
—¿Te gustaría ir por unas hamburguesas? Claro que tú pagas, como tu papá es super rico.
Prescolar.
—Ehh... —hice una mueca desagradable —No creo. —zanjé.
—¿Qué...? Ah, pero yo, sin duda... —no lo conocía de ningún lado.
—Escogiste mal a tu oponente, no cargo ni un centavo encima. —me levanté del sofá con la cara hecha una plastilina, dejando al chico con la cara desencajada.
¡En serio! Es que... ¡Por favor! había muchísimas chicas en esa fiesta, con sonrisas normales y miles de buenos temas de conversación ¿porqué se me acercaban a mí? ¿solo porque estaba sola?
Yo no podía estar menos interesada, es más, estaba tan incómoda que me había escabullido tantas veces, que terminé sentada en una roca.
¡Sí! ¡Una roca! A eso señoras y señores, se le llama incomodidad completamente innecesaria
Observaba al montón de chicos surfeando, tenía tantas ganas de acompañarlos. Volver a sentir esa indescriptible sensación de... Hogar, calidez, familiaridad. Volver a sentir la presencia de mamá.
Agité mi cabeza, intentando borrar los afectantes recuerdos. Abrí el bolso que me había dado Nikki y saqué la revista de tablas de surf que había guardado antes de salir del auto. Por lo menos me entretendría un poco y el tiempo pasaría un poco más rápido.
O al menos eso esperaba.
De verdad que lo esperaba.
De repente sentí un toquecito en mi hombro, me giré un poco para encontrarme con los oscuros ojos de Connor, me sobresalté y dejé caer la revista.
Bueno... Más bien la lancé contra su pecho. Fuerte.
—¡Caramba!
Aunque en mi defensa, él me había asustado. Con su mera presencia.
Connor simplemente soltó una risita y se agachó a recogerla, yo no podía sentir más vergüenza e incomodidad, me giré de espaldas a él, para así evitar mirarlo a los ojos.
—Lo siento, no quería asustarte. No suelo causar esa impresión en las personas. —murmuró pasándose una mano por su largo cabello.
—N-no te preocupes, estoy bien.
¿Lo estoy?
Apreté los ojos y dándome una palmada mental en la frente, ¿acaso podía ser más evidente?
Tonta, tonta, tonta.
—Oye... Eres la chica de la playa.
¡Ugh! volvió con el asunto, juraba que lo habría olvidado o al menos captaría la indirecta evidentemente directa. ¿Realmente le resultaba tan intrigante a este chico? no me quitaba los ojos de encima, me sentía más bien como una extraña especie de rana siendo examinada por un montón de científicos locos
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¡Déjame en paz! ¡Asesino!
Teen FictionUn asesino con complejo de espía, subestimado y un tanto infantil. Una salvavidas pelirroja con demasiadas cosas en la cabeza y tendencia a esconderse de las personas. Una terrible suerte y un karma del tamaño de los dioses. El destino parece empeña...