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...al llegar a casa.

Todo estaba impecable, limpio y con un exquisito y delicioso buffet sobre la mesa. Pero faltaba ella.

Los invitados se sentaron y yo cambié mi uniforme por un vestido largo negro.

Mi mejor amigo se sentó a mi lado y mi abuela al otro, supliqué para que no comiencen, pero de nada servía porque los invitados se estaban aburriendo mientras yo aumentaba mi rencor hacia la mujer que me dio la vida, crio y cuidó, aquella mujer que tuvo el papel de madre y padre a la vez desde que yo estuve en su vientre.

La odiaba..

La odiaba por el simple hecho  de no llegar a tiempo a la cena, por no estar presente en un momento muy importante para mí y por romper su promesa.

Cuando la cena terminó algunos invitados se fueron retirando y solo quedaron dos familias de vecinos, mi abuela y mi mejor amigo quien tuvo que irse porque según él no tenía permiso hasta muy tarde, pero yo sabía que eso no era cierto y que el motivo real por el que se estaba retirando era su novia que no tardó en enterarse que estaba conmigo.

No lo culpé esa noche, ni lo regañé, ni siquiera me enojé. Sólo le dije que se cuide.

Después de media hora, llegó un policía a tocar la puerta. Mi abuela y yo abrimos y observamos lo que hacía con una libreta; se sacó su gorro como saludo y dijo unas palabras que no pueden borrarse de mi mente: "¿Aquí vive Jeraldine Pitters?"

Asentimos con mi abuela muy asustadas. Mi corazón latía muy fuerte por cada expresión y palabra que decía el sujeto. Mis nervios me ganaban y quería que hablara de una buena vez sin hacer pausas.

"Lo siento mucho, ella falleció hace tres horas...

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