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...Esa frase que hasta esa fría noche seguía repitiéndose en mi cabeza.

Estaba segura que él era el responsable de la frase porque lo había visto y eso es lo que vale.

Debieron ser como las seis de la mañana porque el sol ya iluminaba la ciudad y tuve que alejarme de la hamaca e irme a la sombra. Pero recordando cada momento con el chico que llegó a mi vida siendo mi enemigo y terminando siendo la persona que nunca quieres que se aparte de tu vida.

Recuerdo que después de que él se disculpara por su comportamiento, volvimos a estar más unidos; pero eso no ocultaba mi desconformidad, porque nunca volvimos a ser los mismos hasta el día del accidente.

Yo no estaba de acuerdo en ser la segunda, su novia lo era todo para él, pero... ¿Dónde quedaba yo? Yo lo conocí primero. ¿Por qué debía ser la segunda?

Era la segunda en casi todo, ¿Salidas? Ella tenía ganas de salir con él cuando yo quería hacerlo; ¿Deportes? Tenía el gusto de ejercitarse todas las tardes por dos horas; ¿Comida? Ella quería cenar todos los días posibles con él.

Así que no me quedaba mas que sólo las noches para estar con él. Excepto los días en que las nubes oscuras cubrían la luna y los rayos hacían un espectáculo en el cielo. Porque salir por la ventana sin que tu madre te descubra era muy complicado en esas noches.

Sólo saltaba por la ventana cuando la luna alumbraba la oscuridad de la noche. Lo malo era que no podía salir del patio de mi casa, por suerte la puerta que daba el patio con la calle era una reja, ahí me sentaba a esperarlo.

Separados por una inútil reja, ambos conversábamos sobre cómo nos había ido en el día. Eso lo hacíamos hasta que cumplí los dieciocho, dos años intentando comunicarnos.

Pero en mi vida no todo era color de rosa y el negro cubrió mi corazón cuando...

Nunca Estás Sola Donde viven las historias. Descúbrelo ahora