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...falleció; durmiendo tranquila y muy contenta porque yo ya estudiaba en una universidad muy reconocida en mi ciudad.

Mi mejor amigo y yo fuimos a sepultarla en el cementerio general, luego de eso la pasamos juntos todo el día.

Ya teníamos veinte años, ¡Cómo no olvidar ese tiempo!...

Salí de mis pensamientos, el aire de la tarde me congelaba el cuerpo, hubiera querido regresar a mi casa, pero debía recordar todo para que el pasado deje de atormentarme.

Así que me volví a recostar bajo un árbol en el parque, el sol se escondía y yo rogaba por no morir de hipotermia. Nada me haría regresar a casa.

Me enfoqué en la pulsera que tenía en mi mano, cuando lo enterraron no le quitaron la pulsera que le regalé, para que en la otra vida no me olvide.

Las lágrimas volvían a acumularse en mis ojos. Lo extrañaba, no dejaba de atormentarme su recuerdo. Miraba a mi lado y creía ver su rostro, si miraba al frente creía verlo también.

"Pero sí puedes verme"

Escuché su voz en susurro en mi oído.

"¿Por qué me atormentas así?"

Le dije limpiándome una lágrima.

"Porque todos estos años me has dejado en el olvido. ¿Merecía esto?...

Nunca Estás Sola Donde viven las historias. Descúbrelo ahora