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Mi paso era el más lento posible para que cuando llegara a mi instituto, algunas de las conserjes, me dijeran que no podría entrar. Pero a pesar de llegar 20 minutos tarde eso no le importó a nadie.

Así que subí las escaleras despacio y al llegar a la ultima planta vi una luz procedente de la última puerta de ese pasillo. Estaba abierta, rara vez estaba así. Se podía escuchar la voz del profesor de historia explicar el entusiasmo que nadie más que dos personas en esa clase compartían.

Me plante en la puerta y vi que algunos compañeros me miraron. Pregunté con un alzamiento de hombros si debía entrar, ellos contestaron que no sabia pero que entrara.
Caminé unos pocos pasos a un perchero libre, deje suavemente mi mochila en el suelo y miré hacia el profe mientras me quitaba esa chaqueta. No dijo nada, así que la tendí y acto seguido cogí mi mochila azul celeste de estrellas blancas y segui mi camino a mi asiento. Mis amigos me miraron al correr la silla y les sonreí.

Atendí a esa clase aunque no quería, hice el examen en la clase siguiente aunque tampoco quería, hice los ejercicios de la clase siguiente aunque tampoco quería.
Cuando ya llegó el segundo recreo ya estaba mejor y más despierta. Ya no tenia clases aburridas así que disfrute el rato con mis amigos hasta la última clase donde tendría el examen de biología.

Si no fuera por unas ligeras ayudas seguro no contestaría nada.

Sonó el timbre salimos y miré a Lucia y Lidia. Unas amigas que había hecho este mismo curso. Se quedarían en mi casa a comer para luego hacer un trabajo de Inglés.

-Primero pasemos a mi casa por la sal-Dijo Lucía.- Después al ahorra más y subamos a tu casa.

Así hicimos y cuando acabamos de comer solo empezamos a reírnos de cualquier cosa que hacíamos mientras comíamos pipas. Pero también anotamos en inglés lo que tendríamos que hacer, eso fue lo único que hicimos hasta que llamó el miembro que faltaba: Javier.

-¿Pero donde vives?-Me reí y le envié mi ubicación.

-¿Pero donde estas?-Preguntó Lidia.

-En mi casa, lo que pasa es que me perdí por que no sabía donde vivía así que me regresé a casa que es donde tengo internet.-Tenía más gruesa la voz por teléfono.

-Venga date prisa, vivo cerca del parque se perros de la Estación.

Al rato de hablar nos dimos cuenta de que Javier debería haber llegado hace rato así que le llamamos ya que él no tenía datos.

-¿Donde andas?-Preguntó Lucia.

-Estoy ya aquí-Me giré y miré al balcón, estaba en el parque perdido. Me empecé a reír y salí, el frío rozaba bruscamente.

-Javier!-Sonreí.-024 y campanilla, vamos entra.-Me hizo caso y propuse ir a asustarlo pero no subía por lo que tubo que llamar al telefonillo nuevamente y ahí ya abrió. Intenté asustarle pero ni se inmutó.

Tras intentar proseguir con el trabajo decidimos dejarlo por que lo único que lográbamos era reírnos más hasta que nos estallara la vejiga pero no podíamos parar.

Cuando Lucia se fue seguimos riéndonos intentando progresar en algo.

-Buah, ¿Y si nos metemos debajo de la mesa?-Sugerí mientras me adentraba en ella muerta de la risa. Cualquiera pensaría que estábamos drogados en ese momento.
Javier se metió después de mi y haciendo gran hueco Lidia pudo meter sus pies y nos quedamos ahí hablando un rato mientras seguimos riendo.

Una vez me llamaron mis padres, para que me fuera a la casa de mi hermana, se acabó la fiesta. Había sido un día muy tonto y divertido, habíamos hecho más abdominales que en toda muestra vida.

Me quedé esperando en la estación a que llegara el tren. Mi padre sonaba realmente apurado por que yo me fuera de casa, así que me lo pude imaginar y me fui.

El viento que hacia no era para tanto o a lo mejor lo amortiguaba con la música. Era bastante fácil para mi cambiar a tanta diversión a un estado tranquilo o deprimido. Pero ahora estaba tranquila escuchando música mientras miraba la ventana del tren, desde dentro parecía que era el mundo exterior el que se movía rápidamente. Pero desde afuera era al contrario.
Tras un rato realmente perdida en mis pensamientos miré a la pantalla que tenía el tren que indicaba las estaciones, me quedaban 14 minutos para llegar a Pitis. ¿Tanto estaba distraída?
Decidí centrarme más en la gente de mi alrededor mi en frente de mi había un chico que acababa de entrar con su movil realmente concentrado, se le notaba al morder su labio. No pasaría de los 20 años.

Miré a mi derecha y había un señor algo nervioso y hablando por teléfono, seguramente sería nuevo.

¿Llegaría a la casa de mi hermana? Suelo perderme con facilidad.
Me reí ante una idea tonta y abrí el chat de mi mejor amigo.

"Yoryo, ¿Y si en un futuro la gente puede ser Transanimal? Es decir, que quieran cambiar su especie, ya no ser humanos sino...Perros o cualquier otro" a las 21:50 pm.

"Pues no sería ninguna mala idea, sería fantastico. Juntarías la zoofilia con la transexualidad "

Sonreí. Eso si era un amigo.

Elián #thedomains2019 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora