26

50 8 1
                                    

*Hugo*

Era de día, pequeños rayos de luz entraban por las rejas, medio cerradas, de mi ventana.

Culpa...

Si, eso era lo que sentía. Culpa.

Siempre me prometí no ser infiel, siempre dije que no sería igual que mi madre. Que no llegaría a ese nivel.

Pero aquí estoy.

En mi cama, deseando no existir en este preciso momento.
Ruidos procedentes del cuarto de mi madre y un perfume de alcohol que gobernaba la casa.
No iba a ser así, pero era mi destino. ¿No? Los hijos de malos padres, se quedan como ellos. Pagamos sus pecados, la vida es demasiado injusta.

¿Por qué hice eso?

¿Es posible enamorarse de dos personas al mismo tiempo?

El ruido era demasiado fuerte. La gente chocaba sus cuerpos y las luces eran mareantes al llevar tanto alcohol en el cuerpo.

Entonces la vi.

Estaba sentada, perdida, junto a una chica rubia.
Ahí estaba, la chica con la que tanto había soñado estar. A la que quería hacer feliz todos mis días sin importar qué.

La razón que me mantenía cada día con una sonrisa.

La vi estornudar y levantarse para irse al fin al baño. Pero después de perderla de vista mi mirada se plantó en la chica de pelo rubio, nada más sentarme.

-Hola, Soy Hugo.-Ella me mira aburrida pero me sonríe.

-Soy, Andrea.-Sin decir nada más, sin dejar que pasara por lo menos una hora: nos fuimos a una habitación.

¿Era esta la forma adecuada de olvidar a alguien?

Pasaron semanas y por alguna razón nos necesitábamos más uno del otro. Hasta el punto en que empezamos a salir, aún que ninguno de los dos había dicho nada oficial...Sabíamos perfectamente que éramos.

Pero entonces ella se mostró vulnerable ante mi. Estaba frágil y dolida.

Amber.

Era lo único que podía pensar en ese momento.

Se me olvidó por completo mi novia. Los sentimientos hacia Amber despertaron de nuevo en mi.

Después de aquel día en su casa empezamos a salir.


Los gemidos de la habitación de mi madre eran más fuertes. Enfadado, decidí levantarme e ir a su cuarto abriendo de golpe.

La escena era repugnante.

Una mujer rubia con el pelo revuelto, se posaba en cuatro mientras un hombre totalmente desconocido para mi, la montaba sin parar. Suspiré.

-Voy a salir al bar.-Anuncié.

-Esta...Esta bien...-Débilmente escuché mi nombre en forma de gemido. Eso me bastó para salir de ahí casi corriendo.

A esconderme en el mejor lugar donde conocía.

El bar de la esquina.

Vivir en el barrio más bajo de Murcia y estudiar en una de las mejores universidades de Cartagena, era un honor. En Cartagena nadie me conocía, podía ser quien quiera. No importaba quien.

-¿Que son esos ruidos?-Me pregunta Andrea. Miré a mi novia con gran pesar.

-Clientes de mi madre. Te dije que no era buena idea venir a mi casa.-Me miró sonriendo.

-Hugo, no me importa como eres. Ni de que familia vienes.-Me cogió de la mano.-Así te amo.-No pude evitar sonreír.

Amaba a dos personas y me convertí en la persona que no quería ser.




Me perdí en mis pensamientos y en mis copas de vino. Ya estoy borracho.

Amber...

Andrea...

-Has pasado por mucho, Hugo.-Me sonríe mi otra novia.-Te ayudaré a conseguir más dinero para que te vayas de esa casa.

-Amber...

-Podemos buscar a tu padre también.

Mi padre...

Dios... No merezco seguir con esto.

No merezco nada. Todos los
Logros que he conseguido hasta ahora no merecen la pena.
Soy una persona que no debe sonreír.

Miré a dos chicas que amaba con la misma sonrisa engañándolas.
Dos personas a las que amaba.

Soy despreciable.

Elián #thedomains2019 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora