{·Sin duda es
mi peor momento...
23 años·}
Me pregunto por qué, pero nunca tendré respuesta ya que siempre el amor llega sin avisos. Llega a tu vida como un tsunami, como una operación improvisada sin anestesia. ¿No?
Miré a esa chica castaña subir las escaleras del gimnasio de mi universidad con la mirada en cada uno de los que se estaban entrenando ahí. ¿Cuantas veces la había visto ya este mes? Observé como se acercaba al profesor de "Derechos Humanos" y le tendía una mochila negra, este solo sonríe y desaparece por la puerta que da a los vestuarios de los profesores. ¿Era su asistenta?
Ah, no. Creo que fue ella la que me dijo que era hija del profesor. Que duro, se veía frío y de carácter fuerte.
Me acerco con cuidado a ella, sin hacer ningún ruido y poso una mano en su hombro. Noté como se tensaba al tacto y decidí quitarla para hablar.
-Estoy empezando a pensar en que estas enamorada de mi, chica delivery .-Se gira a mi con una sonrisa algo forzada.
-Oh, fíjate-Hizo énfasis en la primera sílaba, alargándola.-Pero si es el señorito "No suelo venir a gyms, esto es solo por que vino un amigo".-Sonríe de forma más natural.- O como a mi me gusta llamarte: carnicero.
Sonrío de lado y niego con vacile.-Que ataque más gratuito. Que uno no se mantiene en forma comiendo chocolate y viendo series de crímenes de forma ilegal en internet.
-¿Perdona?-Puso su voz un poco más aguda y me reí.-Yo soy una chica legal.-Cruzó sus brazos por debajo de su pecho.-¿Eso había sido un insulto a mi físico?-Me mordí el labio tratando de no reírme de la voz nasal, de niña rica, que puso.
-¿Perdona?-La imité en vos y en pose.-¿Quien era la chica que estaba ayer en una fiesta universitaria?-Noté un sonrojo, seguro de vergüenza.
-Pues al parecer tú, por que a mi no me gustan las fiestas.
-Ni a mi los gyms, y aquí me ves.
-¿Siempre eres así de molesto?-Solté una leve carcajada.-En casa de Dua subes el volumen de la música a cien y aún así se escucha lo que haces encerrado en tu habitación.-Me dejó sin palabras.
-¿Conoces a mi hermana?
-Chico, vas a agarrar una infección ahí abajo de tantas chicas que pasan por ahí.-Sonreí.
-Me acuerdo perfectamente de todas las chicas que pasan por mi casa.-Más si fueras tú.- Incluso de las amigas de mi hermana pequeña.-Me sorprende que haya hecho una amiga, Dua no suele tener amigos. Sólo es amiga de Miguel, a pesar de todo.
-Si te incomoda mi valiosa presencia, puedo dejar de verme con Dua.-Sonríe a bromas.
-Oh, no no. Perdone usted, señorita delivery.-Se ríe.-Me agrada que sea amiga de mi hermana.-Sé que en mi voz improvisada de mayordomo y tono burlón, parecía que no lo decía enserio. Pero en realidad, lo decía muy enserio y me alegraba.
Ambos nos miramos conteniendo la risa.
-¡Amber Roypas!-Miré detrás de ella, mirando al profesor. Cara pálida con las mejillas sonrojadas, solo sonreía con algún profesor y se reía sólo con una chica a la que ve después de clases, ojos verdes con marrón llenos se seguridad y algo de frialdad. Se parecía a Amber, tanto en la mirada como en el rostro de serenidad y frialdad, indescifrable.
-Ya voy.-Su hija dice mirándole. Tenían una diferencia a pesar de ser su copia en chica...Amber no era rubia.-Lo siento, mi padre no está hoy de buen humor.
-¿Es que algún día lo está?-Ella contuvo la risa.
-Mi padre no es quien todos piensan.-Se inclina un poco hacia delante y yo hice lo mismo.-Es demasiado blandengue. Deberías oírle por casa. Es un karaoke andante.-susurra divertida y no puedo evitar reír.
-¡Amberly!-Sonreí.
Amberly...
-¡Ya voy! No seas pesado, papá.-Mucha gente del gym miró al profesor con curiosidad. Nadie sabía que tenía una hija, a la vista se ve que es demasiado joven...¿Unos treinta?-Nos vemos.-Se pone junto a su padre y vuelven a poner la cara seria y dejan a un lado su mirada de diversión.
-¿Que hacías hablando con uno de mis alumnos?
-Tus cincuenta años si que te afectan.-La oigo decir mientras ríe.-Es el hermano de Dua, papá.-Me quedé boquiabierto.
¿¡Ese hombre tenía cincuenta años!?
