¡Hermanitos al rescate! | DaiSuga

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Género: G, ¿fluff?

Tema: Mutual pining, juegos.

Notas: Ya se me pasó el día aquí, pero en algún país aún debe ser el DaiSuga Day, así que 😂 Estuve a punto de rendirme porque no hallaba cómo terminar esto hoy, pero aquí está, justo un año después, mi segundo one-shot con los hermanitos de Daichi~ Esto originalmente iba a ser un OS para la serie de la DaiSuga Week del año pasado, pero ya ven, eso fue en agosto y es en febrero que vengo a publicarlo porque recién lo empecé hace unos días, je.

Notas: Ya se me pasó el día aquí, pero en algún país aún debe ser el DaiSuga Day, así que 😂 Estuve a punto de rendirme porque no hallaba cómo terminar esto hoy, pero aquí está, justo un año después, mi segundo one-shot con los hermanitos de Daich...

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Su hermano es un tonto.

Antes de crear malentendidos no deseados, debe aclarar que Daichi es un hermano genial. El mejor, si le preguntan —Ōumi entenderá su preferencia, no le preocupa que lo sepa—. Para ser justa, Kou-chan también es un tonto que igual es genial. El mejor de los amigos de su hermano mayor, y no porque de verdad él lo tenga bajo ese título, seguro que viceversa. Es justamente porque se mantienen bajo esa etiqueta que son unos tontos.

Ninguno lo ha admitido, pero ella lo ha visto todo. Las pistas aumentan con el tiempo. Su hermano está sufriendo. No es que esté enfermo o que esté herido, con dolores en el cuerpo de tanto moverse, moretones de los golpes o raspones por caídas que deban desinfectarse y cubrirse con una bandita; no, eso les sucede más a ellos y es Daichi quien los socorre con una pequeña sonrisa que les calma el llanto. Lo que pasa con él es resultado de mantenerse callado.

Todo comenzó un día en que Kou-chan vino de visita. Nada salió de lo común hasta que se despidieron. Estaba ahí con ellos para recordarles que la próxima vez harían galletitas juntos y, aunque ambos sonreían, le extrañó que después tardase en cerrar la puerta. Cuando volteó a ver el rostro a su lado, se dio cuenta de que lo miraba alejarse con ojos que parecían pedir que se quedara más tiempo. Solo entró luego de que el otro desapareciera al girar en la esquina.

Al inicio no lo había pensado demasiado; ella también se entristecía si quería jugar más tiempo con sus amigos pero alguno ya tuviera que regresar a casa. Fue a los pocos días que decidió que esa era una razón para sospechar. Esta vez estaba usando el celular con una expresión sonriente muy suave. Era una imagen inusual, porque su hermano nunca ha sido de los que se pegan al móvil; es más de sacarlo solo cuando es necesario. De vez en cuando soltaba alguna risa y tecleaba deprisa, por lo que creyó que estaría viendo un video o estaría en medio de un juego. Curiosa, se le acercó sigilosamente por detrás para ver qué estaba haciendo.

—¿Sonriéndole al teléfono? —Justo al asomarse por encima del espaldar, escuchó a su madre preguntar con un tono divertido desde el otro lado de la sala. Vio que Daichi se tensó—. ¿Con quién hablas?

—No es eso. —Volteó un poco hacia la derecha, mas no lo suficiente para descubrirla.

—Ayami, ¿con quién habla Daichi? —Oh, bueno, mamá la había delatado.

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