Capítulo 2 - Sabrina

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─ Sabrina, es hora de irnos a casa.

─ ¡Bendito sea, padre! Venir a ver tenis es lo más aburrido que podemos hacer.

─ Cielo santo, ¿Que acaso no puedes pasar una hora tranquila con tu padre?

─ Lo haremos cuando decidamos mutuamente qué hacer.

          Me enfermaba la actitud molesta de mi padre. Cree que tomando este tipo de decisiones por los dos yo estaré contenta de tomar tiempo de ''calidad '' con él. Claro, como me fascina hacer lo que desea, cuando quiere, donde quiere... Pero se disgusta si le pido que me lleve al centro comercial porque únicamente sabe decir que soy una deuda monetaria en bruto. Aunque quizás no me molestaría un par de zapatos nuevos, o una blusa... Lo que sea que me viese bien para esta noche porque al fin podré conocer a Alex.

          Después de todo, Tinder sigue dándome buenos productos.

          Me enrumbo a casa con papá. Estoy agotadísima, solo quiero entrar a mi cuarto y recostarme un par de segundos.

          Al llegar, me sorprende ver a las amigas de mi madre seguir con ella. Poniéndose al día con los ''aconteceres de nivel nacional e internacional'' como a mí me encantaba decirle. No había un fin de semana en el que no fallaran sus místicas reuniones para la misma temática de siempre. Asqueada de pensar que algún día podría acabar así, subí las escaleras al segundo piso, llegué a mi cuarto y caí muerta sobre la cama.

          Un fuerte temblor y alguien tocándome la cara interrumpen mi descanso.

         ─ Sabri, ¡Sabri, despierta! ¡Se nos va a hacer tarde si no te levantas y empiezas a arreglarte! Te llamé al teléfono tantas veces que como no contestaste, decidí venir a chequear qué te pasaba y mira aquí. ─Me sacudía con fuerzas y empezaba a enojarme. Me estresaba que me despertaran y mucho menos de una manera tan exagerada.

         ─ ¿Arreglarme...? ─Me levantaba aún sumida en mi sueño hasta que recuperé la cordura y asustada, ví el reloj de mi muñeca. ─ ¡LAS SEIS Y QUINCE MINUTOS! ¡SE NOS HACE TARDE!

          Automáticamente salté de la cama asustada mientras Lucilla me miraba en risas. Se me había pasado el tiempo y quedarme quieta sobre la cama no era la idea perfecta para ponerme al día. Tomé una ducha, empezó el desfile con los atuendos por mi closet hasta que al fin estaba lista. Me acompañaba un vestido de seda con escote en V color perla, mangas largas y un amarre desde la cintura. Era algo corto, quizás dos manos y media por debajo de la cadera adecuado especialmente para enseñar y motivar un poco a lograr mi objetivo esta noche; para hacerme con el papel de la sala de chat. De aquella quien ansiaba llegar al momento preciso que narraban en los mensajes turbios de la madrugada antes. Remato con unos tacones cuadrados, no tan gruesos y del mismo color de mi vestido, aretes dorados y una pequeña cadena con la inicial ''S'', que siempre llevaba conmigo desde que mi padre me la dio en mi decimoquinto cumpleaños.

        ─ Anda Sabrina, ¿Y que tú quieres que el tipo este te lo haga con la mirada? ─ Blofea Lucilla, ocupando el espejo a mi lado para tratar de retocar su maquillaje. ─ Te va a quedar corto de ser así, le doy cinco minutos para que termine y te quedes ahí, decepcionada de la vida.

        ─ ¿¡Puedes imaginártelo?! ─Carcajeé de tan solo pensarlo. Me había pasado anteriormente y no podía conocer si este caso sería otro fallido. O diferente, mhmn... ─ Creo que después de todo, tienes un poco de razón y debería de esconder estas de acá un poco más, o quizás no... ─Si de algo podría estar tan contenta era de gozar de un buen par de pechos. Estaba enamorada de mis amigas y la mayoría de mi ropa en cuanto a blusas, vestidos y demás existían en honor a resaltar mi mejor atributo. Hoy irán de titulares, al desnudo.

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