Capítulo 6 - Sabrina.

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Han pasado cinco días en los que no he podido pegar el ojo. Aún no me atrevo a contárselo a nadie. En casa sospechan que he sido yo por las descripciones que han dado de mi vehículo en el noticiero, pero no lograron apuntar la matrícula. Apenas me he salvado de la incómoda pregunta de mi papá diciendo que mi coche estaba bien y de que lo tenía en el taller por revisión del aire acondicionado y cambio de aceite cuando en realidad llamé de emergencia a Pablo, una de mis amistades que trabaja clandestinamente en el mundo de los motores para que se encargara de dejarlo como si nada había pasado. Él era bueno para ello y yo, con la considerable suma atractiva de dinero que le pagué me encargué de tenerlo al día siguiente sin pregunta alguna.

Estoy consciente que no puedo librarme de esto para toda la vida.

Me cargo unas ojeras del tamaño de mi preocupación en este momento. Ni siquiera puedo comer, concentrarme en la universidad después de haber faltado a la mayoría de mis clases por la maldita ansiedad. Tengo que despejar conciencia después de todo pero no sé con quién.

Tomo mi teléfono y empiezo a buscar en mi agenda.

Adam...

Barry...

Carlos...

Elizabeth...

Georgie...

Lucilla...

Veo el nombre de Lucilla. Ella conoce a Lucas, estuvieron juntos esa noche entre lo poco que puedo recordar con facilidad antes del altercado. Puede ser que ella me ayude, pero puede ser también que ella termine siendo mi perdición. ¿Si busca a Lucas? ¿Si le dice que he sido yo quien, por ebria, le ha atropellado?

Claramente no va a estar contento de saberlo. Capaz y tome fuerzas para ponerse de pie y estrangularme.

Marco a Lucilla pero no me contesta.

Entro a mensajería y le pongo un texto.

''Necesito que vengas a casa. Sin preguntas, recuerda que me debes una. Te espero a las nueve y treinta. No dilates.¿¿

Mis padres me llaman al comedor. Es hora de la cena y yo debo bajar para las tontas comidas ''familiares'' que se acostumbran hacer cada noche. Se resumen en escuchar hablar a mi padre del trabajo, de mi madre hablando de sus alumnos en la universidad y de mí, digiriendo información basura en vez de alimentos.

─ Venga Sabrina, no comes nada desde un par de días atrás. ─ Ni siquiera he bajado las escaleras y los sermones empiezan. ─ Tu madre y yo queremos hablar contigo.

Me pone nerviosa el hecho de que salga a luz el tema del accidente de las noticias, pero trato de mantenerme expectante tomando un lugar sobre la mesa.

            Mi madre me ve y toma mi mano.

            No sé de qué va esto.

─ Sabrina, esto que tienes es por tu hermano, ¿verdad?

─ Mamá... ¿Cómo piensas preguntar por es..?

─ Sabes que puedes contar conmigo y con tu madre para lo que sea.

─ Papá, no quiero hablar del tema y no, no es por Jean Pierre.

Empiezo a sofocarme. Mi madre y mi padre me le suman al estrés un disgusto más.

─ Entonces ¿Qué es lo que...?

─ ¡BASTA, MAMÁ! QUE NO QUIERO HABLAR DE ESO.

Estalla la mesa, mi padre enfurece.

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