Olor a pollo dorándose en la parrilla, los chicos sentados frente al asador con cervezas en su mano. Karina sobre mis brazos quedándose dormida, como si yo fuera su casa o el sitio más seguro del universo...
Quiero volver a ese día.
Alguien empieza a apretarme la mano. Ese alguien llora mientras me sostiene.
Despierto poco a poco y el sonido del monitor cardíaco es lo que me llama la atención. Estoy en un hospital, me siento adolorido y estoy conectado a estas cosas como si de una prueba médica deportiva se tratase, vistiendo una camisón rosa muy flojo. Parecían como las camisas de mi abuelo, que en paz descanse.
Al tratar de moverme para sentarme, quien me tenía de la mano se reintegra y me detiene. Era mi madre.
─ Oh por Dios... Lucas, ¡Despertaste! Mi niño despertó... ─ Me abraza con fuerza y no entiendo la emoción de hacerlo.
─ Mamá... ¿Qué me ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? ─ Susurro. Siento una molestia en mi pecho y la necesidad de toser. Atacan pinchazos por mi espalda, mis brazos y la cara pero no recuerdo la razón para estar así.
─ Hijo... Tuviste un accidente...
Se toma su momento para hablar. Estoy en blanco.
─ Karina nos llamó y acudimos lo más rápido posible al hospital. Desde entonces papá y yo nos tomamos turnos para cuidarte, Lucas Manuel... Llevas acá tres días.
Y de repente, recuerdo a Kari. Su voz retumba en mi cabeza y un impacto potente sobre mi pierna derecha entra a mis pensamientos como el principal causante de mi grata presencia en esta cama de mierda.
Quiero ir a casa.
No llevo consciente ni diez minutos y ya me parece que he pasado suficiente tiempo acá.
Vuelvo a intentar sentarme sobre la cama.
─ No Lucas... Debes descansar.
Mi corazón se dispara a mil por hora, el monitor a mi izquierda empieza a chillar. Siento total control de mi cuerpo pero mis piernas no responden.
─ Mamá... Mis piernas.
─ Lucas, recuéstate. No puedes exaltarte.
─ Mamá... No, no, no, no... MAMÁ, ¡NOO!
Trato de tocarlas, mi madre se levanta y trata de abrazarme contra su vientre. Está llorando nuevamente y yo hago lucha por tratar de sentir algo. Mi pierna izquierda responde con un leve temblor, la derecha empieza a dolerme intensamente.
─ ¿¡QUIÉN PUTA ME HIZO ESTO?, ¡¿MAMÁ?! RESPÓNDEME CARAJO.
─ Tranquilízate hijo. Por favor... Por favor... Hazlo por mí, ¡HAZLO POR TU MADRE!
Mi madre empieza a sofocarse cuando los enfermeros entran a la habitación. Habían escuchado los gritos desde fuera y dos de ellos tratan de mantenerme recostado. Quieren inyectarme algo pero hago la lucha para evitarlo entre quienes me sostienen.
Empiezo a sentirme mareado.
Pero si no me han inyectado nada...
Oh, joder... El catéter...
''Quiero ganar cada competición en la que participe sin importar lo que me cueste. Estoy trabajando para ser mejor que ayer cada día que pasa. Quiero demostrarle a la gente que puedo dar más de lo que aparento.''
Veo tantas cámaras por acá y siento que las luces me estorban. Mi chica está esperándome a bajo del podio junto con mis padres. Están orgullosos; me siento feliz.
Empiezo a abrir los ojos nuevamente. Un rayo de sol entra por mi habitación y escucho los primeros cánticos de la mañana. Todo afuera seguía normal, la vida nunca se detuvo para el resto. Solo para mí.
Me están arrebatando mis sueños, mis ganas de seguir. Me lo está quitando todo alguien a quien no conozco. Yo... No quiero quedar así para toda la vida.
Quisiera que todo esto fuese un mal sueño para mí, que despertara y estuviera ya en Phoenix alistándome para mi siguiente partido.
Quisiera volver a reunirme con los chicos e ir a por un café. Estar con Karina, sentirme a veces sofocado pero querido, necesitado, indispensable.
¿De esta manera, a quién puedo serle indispensable?
Interrumpe mi momento de reflexión el médico de turno dando su ronda correspondiente.
─ Buenos días... ¿Lucas Tanner? ─ Se sorprende mientras agarraba mi registro colgado a los pies de mi cama─ ¿Qué te ha pasado? ¿No eras el chico del tenis? Saliste en las noticias.
─ Ahora soy el chico de la cama, doctor. ─Irónicamente respondí ante el poco tacto de recordarme quién era o... ¿Quién soy?
─ Podría decirme lo que tengo, por favor.
Suspira.
─ Lucas... ─Trataba de ojear cada página sobre el tablero como si esperase algo que lograra cambiar el diagnóstico que seguramente no estaba contento de dar. ─ Tienes una seria lesión en la médula espinal que todavía tenemos que seguir estudiando para proceder...
Se acercaba un poco a mi mientras hablaba. Yo veía estático hacia uno de los cuadros en la pared. Es una pintura, trae tantos colores en formas diferentes como si alguien empapara sus manos y empezara a trazar sobre el lienzo lo primero que se le ocurriese.
Se me están saliendo las lágrimas.
─ Dime. ─Pregunta. Un tono de nerviosismo en su voz denota preocupación tanto como la mía. ─ ¿Sientes algo debajo de tu cadera?
La pregunta que no quería escuchar empieza a rebotar sobre el muro de mis pensamientos, sintiendo como mis manos empezaban a temblar del miedo tal como si mencionaran mi más profundo temor. En este caso, era perder lo único que me lo dio todo sin pedirle nada.
Tan solo tratar de moverlas se me hacía difícil, pero había respuesta. Al tacto únicamente si era insistente pero mi pierna derecha era una bolsa de dolor andante.
─ Esperemos los resultados de la sala de neurología, joven Tanner. Y tengamos esperanza de que no sea tan malo como puede parecer para usted.
Se despidió de mí y salió de la habitación. Quedé solo nuevamente entre esas lágrimas que salían discretamente. Estaba enojado conmigo y con lo sucedido hace ya cinco días. Ambas palmas de mis manos cubren un grito que nace desde el fondo de mi ser. Me sentía perdido entre cuatro paredes que me hacían prisionero del propio odio hacia mi condición y mientras pienso en ello, ignoro el sonido de la puerta abriéndose nuevamente. Escucho una voz cálida y suave a mi par.
─ Lucas... ─Solloza emocionada. ─ Estás despierto...
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Línea de fondo.
Teen FictionLucas Tanner es una joven promesa del tenis. Con veinticuatro años, logró posicionarse como uno de los mejores tenistas en las canchas norteamericanas representando a la Universidad de Illinois. Sin embargo, él siente que aún no tiene suficiente. Lo...