Capítulo 7 - Lucas.

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Karina se ha quedado acá toda la noche. Aún no puedo creer que ella se quedara después de todos aquellos pensamientos que por desgracia abundaban en mi cabeza. Sin embargo, no es demasiado tarde para pensar que, en cuestión de días, se olvidará de mí. Seguro lo hará.

Aun siendo negativo, le admiro dormir en el sillón. Su cara está un poco demacrada y me extraña por un momento el captar que no lleva encima una pizca de maquillaje.

─ Luke, he pasado muy preocupada por ti. Tus padres no querían que te viera y tampoco me dicen mucho de cómo estas...

Recuerdo las palabras sonar dentro de mi cabeza como si aún lo estuviera diciendo.

Estoy asustado.

¿Qué dirá cuando se dé cuenta? No siento bien mis piernas y no puedo caminar... Bueno, al menos no por ahora pero tampoco por un buen tiempo.

Vuelve a entrar la luz de la mañana por la ventana y puedo apreciar desde mi cama otros edificios. Mi mente queda en el espacio, muerta en vida.


─ Buenos días, dormilón. ─Karina se despierta y suelta un bostezo. Ante la tranquilidad de mi momento me saca un poco de nervios, pero le sigo observando.

─ Buenos días, cariño. Lamento que no lograras dormir cómoda.

─ No te preocupes. ¿Estás bien?

─ Me siento un poco mejor que ayer. Definitivamente.

Se levanta y se acerca a mí con ánimos de besarme. Planta sus labios sobre los míos y trato de disfrutar del momento tanto como puedo. Ahora, más que nunca, lo que no quiero es estar solo pero nos interrumpe alguien golpeando la puerta para entrar.

─ Buenas... ─Entra Byron de las revisiones por las mañanas. Aún me siento algo apenado por el show que tuvo que ver la primera vez que pude despertar. ─ ¿Cómo te sientes el día de hoy, Lucas?

─ Igual que ayer, Byron. ─Kari se separa y se pone al lado. Le miraba ansiosa, seguramente quería conocer lo que me pasaba. Trato de hacer un gesto a él que denote que no debería decir nada comprometedor.

─ ¿Cómo siguen esas piernas, campeón? ¿Tienen un poco más de respuesta?


Karina se asusta y me observa.

No puedo decirle nada.

Sus ojos empiezan a verse cristalinos.

Sale de la habitación corriendo y trato de llamarla.


...

Maldito Byron.


─ Lo siento, Lucas... ─ Está algo incómodo. Puedo verlo en sus ojos.

─ Tranquilo... Sólo sigamos con la revisión.

Aunque quisiera salir detrás de ella, no puedo. Una cama me lo impide y lo seguirá haciendo.

Empieza a hacer su trabajo e inspeccionamos cada detalle que lograra darnos una respuesta específica. Termina el chequeo al fin y antes de verlo marchar por la puerta, se dirige a mí una última vez.

─ Lucas... Por cierto, alguien vendrá a visitarte y estará un par de días más... Ya te explicará y tú puedes decidir si quieres ayudar o denegar ante la propuesta.

¿Alguien vendrá a visitarme? No entiendo.

Byron se despide de mí y se va a fin. No puedo dejar de pensar en lo que acaba de decir o quien vendrá. Tampoco me agrada la idea de que me vean en esta situación en específico. Por lo mínimo, tiene que ser uno de esos entrevistadores estúpidos que tratan de exprimirte hasta la última gota de información posible. De ser uno de ellos, en cuanto entre los mando a comer mierda.

Pasó el día y son las dos de la tarde. Me encuentro hablando por videollamada con mi padre.

─ ¿La comida en el hospital es buena? ─Pregunta en tono sarcástico─ Puedo llevarte un buen servicio de alitas o lo que desees, Lucas. ─ La actitud de papá había cambiado mucho. Era más llevadero.

─ Papá... En serio que estoy bien. Por mí no te preocupes de momento pero para cuando vengas, requiero un...

            ...

Alguien abre la puerta de manera repentina.

Es una chica.

─ Te llamo luego, ¿vale? Y te espero con un Subway. Ya tienes que conocer mi favorito. ─

─ Lucas, pasa alg...

Corto la llamada y aparece una conexión entre la vista de la desconocida y la mía. No podía creer lo que estaba presenciando ante mis ojos.

                Castaña lisa, podía darle un metro setenta y cuatro quitándole el ancho que la suela de sus deportivos blancos. Tez blanca, curvilínea dentro de lo modesto y con un par de ojos marrones que detonaban inseguridad.

─ Buenas tardes... ¿Esta es la habitación de Lucas Tanner? ─

Pregunta algo insegura y me hace sentir bien el hecho de tan solo imaginar que alguien no me conoce. Sin embargo, sigue caminando hacia mí, moviendo su manga larga desabotonada por su cuerpo. Una blusa negra por dentro le acompañaba con unos jeans talle alto que hacían notar su cintura como la curva de muerte de un viernes por la noche, lluvioso, a oscuras en la carretera.

─ Depende quién le busque y para que lo quiera. ─ A pesar de todo. Mi sentido de mantener el cautiverio no desaparecía. No quería estar solo, pero no estaba para llenar libretas estúpidas con mi vida o lo que sea para hacerlas público ante toda la bola de chismosos que se tragan lo que los reporteros tienen que decir. ─ ¿No debería golpear primero antes de entrar?

─ Mis disculpas señor. Tendré que regresar en otro momento...

La chica sale tan repentinamente que siquiera puedo decir algo y me quedo perplejo. La verdad es que cuando quiero puedo ser una mierda.

Quizás ya encontré la verdadera respuesta a la razón por la cual la gente no socializaba conmigo antes de jugar al tenis. Lo cierto, es que ahora soy peor.

Escucho la puerta abrirse nuevamente, sin golpear. Veo un poco alterada a la misma mujer pero el gas empieza a bajar de su cuerpo, cambiando su reacción.

─ Disculpe, joven... ─ Sarcásticamente puedo decir que casi no se le miraba el nervio esta vez. Cielo santo, ¿De qué se mosquea? ─ No puedo irme sin antes decirle lo que tengo para usted.

                Su postura cambió. Ahora parecía la señorita de los dados que por cada número diferente que aparecía, cambia.

                Estaba a punto de decirlo... ¡En serio!


                Sólo ha cambiado mi carácter ante la situación cuando pude verla bajo control. Estaba seria, seguramente no le gustaba lo cómico que me estaba llevando lo que ocurría.


                ¿Qué más puedo hacer?


                Vamos a escucharla hasta que aparezca algo que me harte y estallo. Así de fácil.

















                ─ Está bien, señorita. Soy todo oídos.

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