Todos somos especiales

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19 de julio8:15 pm

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19 de julio
8:15 pm

En el hospital de Konoha.


La imagen de la mujer atrapada en mi mente continuaba dando vueltas en mi cabeza. Su rostro era extrañamente parecido al mío y sus ojos, al igual que su piel y su cabello, eran tan blancos que parecía un fantasma o un espíritu dentro de mi cuerpo intentando apoderarse de él. 

Sabía de la existencia de ese ser desde que era una niña pequeña. A veces la veía en unos sueños extraños en los cuales me encontraba en una dimensión completamente distinta al mundo real. Flotando en un espacio oscuro, rodeada de personas que se parecían a ella y siendo, aparentemente, venerada por el resto. Otras veces, podía sentir su voz en mi cabeza susurrando: “Pronto, hija mía, pronto será tiempo de dejarme libre”.

Siempre supe que ella era parte de la maldición de ser una tatarigami, pero como se tenía tan poca información de las mujeres como yo, jamás me había molestado en comentarle nada a mis padres, suponiendo que solo se trataba de una ilusión creada por mi mente. Cuando Ino logró verla, supe que no era una mera creación de mi subconsciente, sino que el alma de otro ser habitaba en mí, justo como la chica había dicho.

—¿Aún está inconsciente? —preguntó una voz que pude identificar como la de Kakashi. Yo tenía los ojos cerrados, pero poco a poco iba recuperando todos mis sentidos y mis fuerzas.

—Sí —respondió mi madre. A ella la escuché mucho más cerca de mí. A medida que iba despertando, sentí que, entre sus manos temblorosas, sostenía la mía.

—Lleva sin despertar casi dos días —dijo mi padre.

—Mamá… —susurré con cierto trabajo —Mamá… estoy despierta… ya estoy despierta —intentaba hablar mientras, con todas mis fuerzas apretaba su mano para que supiera que me encontraba mejor.

Mi madre lloró desconsolada al ver que pude abrir los ojos. Mi padre, por otro lado, respiró aliviado cuando vio que yo intentaba sonreírle.

—¡Mi pequeña! —exclamó mi padre— Pensé que…

—Ya estoy bien, papá —lo interrumpí. No quería que continuara martirizándose con lo que pudo haber pasado.

—¡Sakura! —gritó una voz que enseguida reconocí como la de Naruto. El chico corrió a abrazarme tirando las flores que traía en el suelo— ¡Pensé que no despertarías nunca! —me habló el chico aferrando sus brazos a mi cuello. Cuando el Uzumaki me abrazó, sentí un terrible dolor en mi pecho y mi espalda, justo como si tuviera una herida que llegaba directo a mi corazón.

RENACER [✔️] (Primer Libro de la Trilogía Renacer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora