Capítulo 23

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El dolor, el sonido de mi estómago rugiendo por comida. Mi corazón se sentía vacío, en soledad. Me había desmayado, lo sabía por la manera en que los guardias me habían despertado apresurados, quizás pensaron que había muerto.

Quizás lo había hecho.
Quizás había muerto emocionalmente.

¿Habían pasado más días?

Un estruendo a las afueras me sobresaltó. ¿Habrían venido a mi rescate?

¿Qué haces aquí?

— Niña estúpida, ¡he salvado tu culo por estos tres días! —¿Dijo tres días? ¿En serio llevaba tres días? Y aún así... ¿Por qué sentía que habían pasado semanas?

Mi corazón se apretujo un poco más, no sólo al oír la realidad de los días que llevaba aquí, sino, al oír aquella voz que aunque no tuviéramos el mejor trato, cuidó de mí cuando no tuve a más nadie.

Eso me hizo sentir más miserable.

— ¿De qué estás hablando?

— ¡Que a esa niña ridícula, la andan buscando por mar y tierra! ¿¡Qué te pensabas cuando hiciste ésto?! ¡Eres una estúpida! Igual de débil que tu padre... No me arrepiento de haberlos dejado.

— ¡¿Y qué mierda haces aquí?! ¿No te bastó suficiente con todo lo que nos has hecho? ¿Crees que no me he enterado de todas las cosas malas que haces?

— ¡Sí! Ya sé que me has estado buscando, no soy pendeja. Todo eso te lo dejo a ti.

Oí un sonido fuerte, a distinguir un poco. He de suponer que Amanda se habrá molestado lo suficiente, y no la culpo, yo ahora mismo me sentiría muy destrozada de escuchar a mi propia madre hablarme así. Ahora entiendo...

¡Me tienes harta! Me avergüenza que seas mi madre. ¡Toda mi maldita vida te he buscado! Porque me importabas, quería saber de ti todo el tiempo, ¡y por eso te busqué!. Pero te encontré... Muy feliz, con otras personas. Y me dolió, joder, que me partió el alma ver como eras feliz con otras personas, y ver que ninguna era yo. ¿Es que nunca me quisiste?

Realmente, no. Nunca te busque, ¿es que no entendiste? Yo sólo te tuve, pero no sentí afecto por ti ni nada. No iba a dejar que una bebé arruinara mi vida. Más bien, dale gracias a Dios el que no te di en adopción.

¡Eres una...!

Además, "tu padre" asumió las consecuencias.

A él ni lo menciones. Él es lo mejor que puede estar en mi vida, realmente no merecías a mi padre.

Oí una risa, una falsa. — Es el mejor discurso que pude haber escuchado, demasiado patético para decir verdad. ¡Él ni siquiera es tu padre! ¿Es que no me estas escuchando? Te acabo de decir que él asumió las consecuencias, en éste caso, tú. Aunque realmente no eres su hija. Tú saliste de un polvo que me encontré una noche en un bar. Pero ni te molestes en buscarlo... —Rió— Murió después de unos meses en que tú naciste. Tuve que quitarlo de mi camino, él...

¡Basta! ¿Qué no ves que me haces daño? ¿¡QUÉ HACES AQUÍ!? ¡MALDITA SEA, DIME! ¿Acaso viniste a hacer de mi vida más miserable? ¿O viniste a rescatar a tu "adorada" sobrina?

Mi tía Cruella De Vil, bufó. — Ah no. Yo sólo venía a decirte que tienes a la policía muy cerca de ti. Me da igual lo que hagas con ella. Me favorecería mucho el que estuviera muerta... No he podido cobrar la herencia de sus padres porque esa ilusa aún sigue viva.

Mi corazón dolía, si aún se puede herir más a un corazón dolido.

Mi respiración empezó a perder su ritmo, cada vez más acelerada, cada respiración me sentía más aficciada.

Y luego nada...

🔸 🔸 🔸 🔸 🔸 🔸

Me desperté con el corazón acelerado, un balde de agua tibia había caído sobre mí. Al menos, en comparación con los otros días, estaba tibia.

— ¡Despierta, fea durmiente! —Amanda tenía unas bolsas debajo de sus ojos, había estado llorando claramente. Yo estaría peor que ella, pero en éste momento, aún siendo su rehén, sentía pena por ella.

— ¿Te... Encuentras bien? —Mi pregunta la tomó por sorpresa. Quizás ella pensaría que mi pregunta sería sólo por lástima, o que yo estaba en busca de su punto débil. Pero realmente no era así, de verdad me importaba saber como estaba, emocionalmente. Aunque la respuesta fuera obvia ante mis ojos, estaba herida. Pero prefería escuchar todo de ella misma, aunque me respondiera con mentiras. Lo que para mí sorpresa, no fue así.

— ¿Y eso qué debería importarte a ti?

— Ciertamente, no debería importarme en lo más mínimo. Pero sí, quisiera escuchar de ti lo que sientes. —Suspire. Al momento en que mi estómago emitía su regular sonido de tener hambre— Amanda, sé que me odias. Pero yo viví con ella, y no fui feliz. Ella hizo de mi vida miserable. La verdad, es que a diferencia de ti, yo hubiera preferido crecer sin ella, pero eso también sería egoísta de mi parte. Porque al menos, gracias a ella tuve un techo, una cama donde dormir siempre.

— No quiero tu compasión.

— ¿Te parece que es compasión? Digo, yo soy la que necesita compasión ahora. ¡Solo mírame! Yo soy la que está atada de manos y pies.

Una lágrima bajó con delicadeza por su mejilla. Lo que en cierto modo, me hizo sentir lástima. Se levantó y luego volvió con una bolsa de comida en sus manos.

Mi estómago empezó a rugir con más fuerza, una bolsa grande con dos cajas de pizza. Sacó una despacio y la tendió hacia mí, actitud que me sorprendió. Pero agradecí.

Y en unos segundos, sus lágrimas empezó a brotar con desesperación. Comprendí, durante todo éste rato se habia estado conteniendo.

Quizás Amanda era sólo una niña insegura en su interior, una niña en busca del cariño maternal, y por mala suerte nunca lo consiguió. Ahora, está frustrada consigo misma por haber requerido de esa atención.

— Amanda...

— No digas nada, por favor. —Susurró— Yo sólo quiero ser feliz.

— ¡Entonces hazlo! ¡Date la oportunidad de ser mejor, de sentirte mejor!

— No puedo, no... No me siento segura conmigo misma. No soy como tú.

— Amanda... Tienes tanto que ofrecer al mundo, es sólo que eres demasiado insegura contigo misma.

Me miró dolida. — Tú... Sólo come, ¿Sí? —Gruño, secó sus lágrimas y se fue dando un portazo.

Me siento mal por ella. Aún en ésta situación, me parece que está vulnerable. Y justo ahora, sentía que nada de ésto era su culpa.

Todos tenemos un tema, qué si lo tocan nos puede llegar a quebrar.

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·Amor con sabor a café·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora