Capítulo 11

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Por alguna extraña razón mi corazón parece un acelerador. He estado pensando seguido en Gael. Hace unos días que no lo veo. Pero mañana habrá una cena en casa de los Bennett, pasado mañana será 24 de diciembre. Así que tendremos una cena mañana 23 en su casa.

La señora Bennett había dicho que quería que yo compartiera con ellos en esos momentos, como si fuera 24.

Lo cual significa que Susan le dijo a su mamá que le dijera a Nathaniel que le dijera a Gael que habrá una cena el 23 y que estaba invitado.

Por supuesto que Gael aceptó encantado.

Recordar hace cinco días cuando estuvimos como niños correteando por la cocina de los Bennett aún empapados de agua me daba mucha gracia.

Recordar aquello me hacía sentirme feliz de nuevo.

Su sonrisa con los hoyuelos. La manera en que tocaba su cabello para "ordenarlo". Sus movimientos eran...

No debería estar pensando en eso.

Es muy rápido para estar pensando en esas cosas sobre él. Pero claro que mi cerebro no entiende esas cosas.

No voy a mentir, tengo miedo. Miedo de sentir demasiado y ser rechazada. Miedo de creer en la posibilidad del futuro y que sólo sea pasajero. Miedo de mí y mis pensamientos traicioneros. Miedo de él y de que me diga "te quiero".

— ¿Vamos? —Oí la voz de Tania sacandome de mis pensamientos.

Hoy iríamos al centro comercial. Le conté lo de la cena de mañana y por supuesto que dijo que tendría que verme bonita. No tanto por la presencia de Gael, sino como la ocasión que sería... Y sí, por Gael también.

— Oye, Tania... —Suspire— Yo creo que...

— Empiezas a notar que sientes algo por Gael. —Frunci el ceño. ¿Cómo supo lo que iba a decir.

— ¿Cómo...?

Rió. — Te presto mucha atención cuando hablas.

Sonreí. — ¿Y qué he dicho?

—  Pertenecemos a quienes hemos dejado que nos conozca de verdad. —Sonrió— Cuando ne hablas de Joel...

— Gael. —Menos mal me presta atención.

— Eso. —Gruñó— Tus ojos se iluminan. Sonríes seguido ahora. Aunque tú no lo notas, has cambiado. Incluso escribes con más intensidad en tus palabras. Me hablas y me cuentas lo que pasas cuando estás con él. Incluso el día que llegaste de trabajar, ese día en que te trajo con Nathaniel...

Fue hace dos días, él se había ofrecido a traerme y Nathaniel se le pego como a una pulga. Yo venía detrás, y él en cada que podía me miraba desde el retrovisor. Incluso podía notar como me hacía muecas extrañas.

Esa noche cuando nos despedimos su abrazo fue el primero, luego vino Nathaniel. Y luego él volvió a abrazarme, pero ésta vez duró un poco más.

Yo al principio me lo tomé con total sorpresa, no me esperaba un acto así, se supone que ya se había despedido.

Pero inmediatamente le correspondi el abrazo.

Esa noche también sentí como si estábamos siendo observados. Y no era por Nathaniel solamente. Incluso pregunté al portero si de casualidad había estado vigilando en el momento en que yo llegué. Pero no hubo una respuesta concreta que acertara mi pensamiento.

En ese momento sentí mucha incomodidad, pude notar como Gael lo había notado cuando en medio de su abrazo miraba a todos lados. Pero como no quería que se sintiera culpable de algo que eran cosas mías, me acerqué a él y deposite un beso en su mejilla.

— Mira mujer. ¿Me estas escuchando? —Oí la voz de Tania en tono frustrado.

— Uh... ¿No?

Bufó. — Un toche. ¡Estoy hablando bien de ti y lo menos que deberías hacer es tomarte la molestia de escucharme! Increíble. Definitivamente increíble.

— Estaba pensando en él. —Gruñi— No sé qué rayos me pasa Tania. Creo que me he encantado con sus ojos cafés, su mirada tan... Ni siquiera me siento yo al admitirlo.

Rió. — Lo hermoso de esos ojos no es el color, es el fondo. Es lo que te transmiten. Así que presta mucha atención a lo que observas en su interior.

La miré estupefacta. — Increíble. Ya entiendo las veces que Cielo hablaba sobre ti y tus buenos consejos. De verdad.

— ¡Ahora busquemos un vestido! Obviamente para ti. Porque eso no me gusta. ¡Sí ni siquiera puedo usar tacones sin caminar como un pingüino!

— No creo que sea muy difícil escojer un vestido. Solo miras si te gusta, te lo pruebas y ya.

Bufó. — ¿Y ya? Te he dicho que no me gustan los vestidos, pero para mí. No como para no verlos puestos en alguien más. Así que andando, tienes muchos vestidos por modelar.

Ay no.

🔸🔸🔸🔸🔸🔸

— Ve subiendo. —Me dijo Tania aguantando un bostezo.

— ¿A donde vas tú?

Señaló al frente. — Voy a comprar comida. No tengo ganas de cocinar, y tampoco tengo ganas de esperar a que cocines.

Reí. — Te espero arriba.

Me alejé para entrar al edificio. Al final había escojido lo que a mi parecer era una ropa cómoda. ¿Se acuerdan que dije que iríamos por vestidos? Pues resulta que pasamos por una tienda de ropa en rebajas. Así que... ¿Vestidos? ¿Qué vestidos?

En vez de gastar todo en un vestido, hemos distribuido muy bien nuestro dinero y nos las hemos apañado para comprar ropa para las dos.

Lo qué realmente tomó como una buena acción. El vestido lo usaría muy pocas veces. En cambio el Jean lo puedo usar seguido, variandolo con camisas diferentes y ya.

Excelente producción.

Abrí la puerta del departamento a como pude. Entre tantas bolsas ya se me era difícil caminar, imagínense abrir una puerta con todos los truquitos que tiene esta.

Dejé las bolsas a un lado de la puerta mientras miraba con cautela el sobre que se encontraba en el suelo.

No de nuevo.

Después de haber recibido el primero, éste ya sería el tercero.

Había estado ignorandolo. Pero esto ya era demasiado. ¿Debería ir ya a la policía verdad?

Es una pregunta estúpida. Es obvio que debería ir. O al menos, contarle a alguien.

Oí pasos detrás de mí. Me giré asustada pero luego miré que era Tania con bolsas de comida en su mano.

— Parece que has visto un fantasma. —Entró y miró el sobre en el suelo. Sus cejas se juntaron, y una mirada de pánico se cruzó en sus ojos.

Ambas estábamos espectantes al sobre. Sobre él estaba escrito:

"Él es mío perra"

— Venecia, ¿Qué significa esto?



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·Amor con sabor a café·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora