Prólogo

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Todo el mundo sabía como la segunda Guerra Santa había terminado, lo enseñaban en escuelas, la iglesia, las calles, en cualquier sitio. Como la niña extraña que siempre fui, jamás me pareció realmente importante. Si, determinó el curso del nuevo mundo del mestizaje. Pero ya existían mestizos antes. Alguien, en mis sueños, decía que en mi vida pasada fui una. Sin embargo, este nuevo cuerpo pertenecía a una raza "pura". No se permitía la combinación en mi linaje. Y, de nuevo, no me interesaba en lo más mínimo. La realidad es que se solía ver desde arriba a los tradicionales partidarios de la guerra racial, lo cual condenaba a mis progenitores. 
Al menos, no todo era conservadurismo irrisorio dentro del clan de los duendes. Por ejemplo, mis hermanos Yumi y Yumme resultaban ciertamente divertidos y altruistas. Los mellizos, mejor conocidos como "Los sueños", no tenían tiempo para preocuparse de una insignificancia como lo era la protección de sangre pura. Yumi, como guerrera de élite, ni siquiera pensaba en el típico sueño que a toda la familia le habría encantado que tuviese. Enamorarse, casarse, tener hijos, nada de eso le significaba algo. Desde chiquilla aspiraba a ser como ella, igual de independiente. Yumme vivía una realidad algo diferente, aunque con el mismo resultado de indiferencia. En su cargo como chef reconocido, debía coexistir con gran variedad de híbridos, enamorándose en algunas ocasiones de uno. Yo, personalmente, siempre estimé que era el resultado de una infancia llena de rebeldías hacia todo aquello que se me mostrara como "correcto", siendo ésto otro calificativo como el resto. Los sueños también podrían haber tenido relación, no conocía su procedencia o significado, pero quien los interpretaba, se parecía mucho a mí.  
Se me hacía realmente difícil explicar dicho fenómeno, principalmente a cualquiera que no fuera los mellizos. Cuando éramos pequeños, ellos gozaban de actuar los dibujos y apuntes de lo que recordaba al despertar. Una entidad se repetía constantemente, era muy probable que se tratase de un hombre de cabello rosa, a pesar de sus rasgos femeninos. El legendario grupo de "Los siete pecados capitales" igualmente aparecía con frecuencia. 
Un día, mientras mis hermanos recolectaban los ingredientes para el almuerzo, me entretenía retratando la fantasía que surgió en la noche. La intérprete perdía la vida, sacrificando hasta el último gramo de energía para salvar a quien amaba, el muchacho de ojos azafranados. Toda su existencia se pintó en los recuerdos juntos, el día en que se habían conocido, las batallas a las que se enfrentaron como equipo y como adversarios. Se me inundaba el corazón por todo el amor que emanaban ambos personajes. Pertenecían a razas totalmente distintas y a nadie le afectaba en absoluto. Pensé en cómo mis padres osarían castigarme fuertemente si se habrían podido enterar de las cosas que circulaban por mi mente. Entonces, con el último trazo de la ilustración, el nombre del amado apareció por fin ante mí, Gowther. 

La chica Doble-Vida 🐐💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora