Capítulo 12: No descuides tu amor

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Los días habían pasado tan normales como antes de soltarlo todo. Salvo porque desde el torneo de lucha, el capitán había estado muy inquieto. Sospechaba que se tratara de su espada robada. El adversario de cabello verde se la había arrebatado de las manos durante su pelea. Como ya viví el secuestro de la princesa en la anterior línea del tiempo, no me provocaba demasiado que pasara otra vez. Más no iba a minimizar el hecho en sí. Eso desencadenaba que todos fuéramos a Liones, donde todo se fue a la mierda.

- ¿(Nombre)? -.

Detrás de la puerta del ático se escuchaba la voz de Elizabeth. Con tan solo escucharlo caí en una realidad. Si no la raptaban, la serie de catastróficas desdichas conocida como Guerra Santa no se daría de la misma forma. Eventualmente algo la provocaría, pero no se desarrollaría igual. Pensé por un segundo en evitar su captura, pero ¿de qué serviría si el rey Arthur se presentaba en el reino?.

- ¿Señorita (Nombre)? - Repitió.

Abrí la puerta aún en pijama y con el cabello alborotado.

- ¿Necesitaba algo, Majestad? -.

- El señor Meliodas quiere hablar con todos en la taberna -.

Sin decir nada más, la acompañé donde mis camaradas conversaban. Ban, el primero en verme, se burló de como estaba arreglada.

- Cierra el hocico, zorro. Estoy demasiado cansada como para responderte -.

Y sin más me senté a la derecha de Gowther. Apoyé mi cara en la barra a la vez que Meliodas colocaba una taza de café para mí. Lujuria no me permitió tomar la taza hasta que estuviera fría, mientras tanto jugó como un niño pequeño con mi cabello, acomodándolo un poco. La charla que tuvimos y el acuerdo que hicimos unas semanas atrás habían logrado unirnos muchísimo. Pasábamos cada día juntos y hacía tantas cosas que me recordaban a Yume, mi hermano. Días atrás había soñado con él, recordando cada momento en el que me llevaba hasta mi cama en sus brazos, usualmente cuando me quedaba dormida en la cocina esperando a que llegue de trabajar. Gowther me hacía sentir ese alivio cuando se comportaba así.

- Qué raro, y ¿a dónde nos dirigimos ahora, eh? - Preguntó Ban con su tono característico de "Me importa todo un carajo".

- ¿Alguien tiene idea de dónde podrían estar los demás? - Consultó King.

- Se refiere a Merlín y Esscanor -.

Gowther no tenía la necesidad de aclarar eso.

- No, primero pienso ir a la capital para recuperar mi espada -.

Ya sabía de qué se trataba, ya lo había vivido una vez. Mientras los demás pecados se negaban a acompañarlo, agarré a la princesa y la senté en mi lugar, recubriendo su espalda. Si esa maga vendría, nos llevaría juntas. En ese instante me pregunté si Gowther tendría la misma expresión por mí, que el capitán por Elizabeth.

- ¿Señorita (Nombre), por qué hace esto? -.

Sin siquiera notarlo, estaba abrazando a la princesa con mucho cariño.

- La aprecio demasiado, Majestad -.

Mi respuesta tenía algo de verdad y algo de mentira en su interior. Si bien, le guardaba mucho cariño, no era esa la razón por la que la abrazaba.
Ella depositó un beso en mi frente de la forma más casual del mundo. Mis camaradas nos observaban con curiosidad.

- (Nombre), eres como una hermana para mí -.

Su frase me descolgó por completo. Me di cuenta de que, desde mi vuelta, no había establecido ningún tipo de relación con ella otra vez. Antes de llegasen los demás pecados, éramos muy unidad, nos ayudábamos en todo. Y yo permití que eso se perdiera.
Tras nuestra escena paternal, Meliodas nos explicó sobre el cofre y el sello de los demonios, con cada una de sus palabras, me iba preparando mentalmente de que vendrían por ella y se la llevarían. Más cuando apareció, mi reflejo fue sujetarla con fuerza.

- Eso es sencillo - Dijo la enmascarada - Ella es la última pieza para romper el sello -.

- Apártense de ahí -.

Los gritos del capitán fueron lo último que escuché al desaparecer junto a Elizabeth. Y aparecer nuevamente en una celda de cárcel.

- ¿Dónde estamos? Hace unos segundos... nosotras... -.

- Bienvenida a Liones, Majestad -.

La mujer enmascarada tan sólo hizo presencia para decir eso y luego se fue. Tras ello, Hawk, quien debía ir al baño con mucho entusiasmo, corrió hasta tumbar la puerta.

- (Nombre), apresúrate, debemos salir de aquí -.

Bajé la cabeza, haciendo una reverencia de respeto y disculpa.

- Majestad, me disculpo por no haber sostenido adecuadamente la relación afectiva entre nosotras -.

Su mirada era como la de una madre cuidadora. Extendió su mano frente a mí, indicándome que la acompañara a escapar.

- No te preocupes, entiendo que cuando amas a alguien, sólo puedes pensar  en esa persona -.

- ¿Pueden dejar de hablar para que salgamos de esta pocilga? -.

Hawk era muy dominante cuando se lo proponía.
Mientras corríamos por los pasillos, me preguntaba si los demás ya habían llegado para rescatarla, y si Gowther había venido por mí o por su investigación.
No pasó mucho tiempo para que las vibraciones de la pelea se escucharan hasta donde estábamos. Los gritos desesperados de la gente llegaba hasta mis oídos. La casa de mi madre en esta vida estaba cerca del centro. Pensé en que quizá Ágar hubiera sido convocado a pelear. A pesar de que en este tiempo sería un hermano de mierda, sabía perfectamente que luego, cuando lo necesitara, él estaría ahí.

- ¿Qué estará pasando allá afuera? -.

- Una guerra, Majestad - Tragué saliva con pesadez - Y yo... -.

- Tienes que ir - Completó mi frase.

- (Nombre), estás loca, no podrás hacer nada allá afuera -.

- Mi madre y hermano están en peligro -.

- Pero tú los odias -.

Reí, era cierto, pero después de todo eran mi familia, al igual que ella, también debía salvar a mí futura madre.

- Lo sé, pero aún así daría la vida por ellos -.

La princesa, tras escuchar mis razones, me dejó unirme a la pelea. Para salir de ahí, recurrí a uno de los hechizos de mi padre "Viaje divino", que me permitía teletransportarme a dónde yo quisiera, en un rango de tres ciudades. Me concentré en los centros donde el alboroto era más evidente. Busqué el poder de Diane en cualquier lado, y cuando por fin lo localicé, fui hasta allá.
Un capullo de rosa roja nació conmigo dentro en los suelos de la ciudad. Mi amiga, la gigante caminaba desolada.

- Un reino humano, y sus habitantes. ¿Por qué me importaría? -.

A su alrededor, las paredes de los edificios eran impactados por ataques que realizaba en viejo de la armadura. Y, antes de que pudiera salir por completo de mí capullo, un gran trozo de edificio impactó contra la espalda de Diane. Había salvado de peligro a Zeal, el hermano menor de Guila.

- Maldita sea, son unos completos idiotas - Grité.

Tanto Howzer como Guila me miraron directamente. Avancé hacia ellos enfadada, y los tomé de la armadura.

- Esta maldita infeliz salvó a tu hermano, asquerosa perra - Dije viendo a Guila - Una maldita gigante que odia a los humanos los está protegiendo con su vida -.

Ambos bajaron la cabeza arrepentidos. Los solté y di varios pasos hacia adelante, hasta quedar frente a frente con el Gran Maestro de los caballeros sacros.

- Y si ustedes no van a defenderla, lo haré yo -.

Inmediatamente se posicionaron a mis espaldas empuñando sus armas. Era hora de enmendar mi pecado, la indiferencia hacia mis seres queridos. Gowther no debía ser el centro de mi vida. Pero aún así me pregunté si él me estaría viendo.

La chica Doble-Vida 🐐💖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora