Capítulo tres.

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Alek Diatlov.

Las aguas cristalinas de los alrededores de la isla de Capri me dan la bienvenida.

El sol penetra con fuerza sobre los ventanales de cristal, una pequeña ola de calor se hace presente.

Algunos del personal contratado se encargan de bajar mis maletas del yate, y llevarlas a la mansión.

Una semana después de mi cumpleaños, he organizado todos los asuntos pertinentes, para que en mi estadía, no existan pormenores.

Quito mis lentes de sol, mientras cruzo el puente que lleva a la casa.
Mi jefe de seguridad camina a mi lado, fijando su vista en el ambiente.

—¡Bienvenido señor!. —expresa el personal al verme llegar.

Sin más que hablar todos vuelven a sus labores, sin darme tiempo agradecer o algo por el estilo.

—No estarán mucho tiempo. —me dice Hugo colocándose a mi costado—. Andra específico que hicieran su tarea correspondiente y que se retirarán.

—Este ambiente me huele a Andra. —le respondo.

Hugo se ríe. —Ella organizo todo, con ayuda de Quinn y tu madre.

Ruedo los ojos como respuesta. Y procedo a entrar a la casa, era de esperarse que todo iba a estar perfectamente arreglado para mí llegada.

Las casa cuenta con un solo piso, el suelo de madera y las paredes blancas dan un toque cálido y bohemio. La sala es muy amplia, con diferentes muebles que dan una vista al mar, la repisa de libros se extiende en una de las paredes en forma de hoja.

Leer con vista al mar.
No es tan mala idea.

Dejo solo a Hugo en la sala, y camino hacia el fondo, donde se supone deben ser las habitaciones.

Una de ellas está entreabierta, optó por entrar en ella.
Mis maletas están cerca de la cama con dosel, de fondo se puede apreciar unas altas palmeras.

Mi teléfono suena antes de poder seguir avanzando. Sin ver quién el remitente contesto.

—¿Ya llegaste?. —pregunta Andra, desde que llegué primero a Sorrento ha estado al pendiente de donde estoy.

¡Que mujer!.
No sé cómo Nathaniel la aguanta.

No he llegado. —le digo de forma divertida—. Estoy a punto de volver a Rusia.

—¿¡Qué!?. —chilla y me empiezo a reír—. ¡Alek Diatlov!, Espero que lo que me estás diciendo sea mentira.

—¿Qué pasa amor?. —la voz de Nathaniel se escucha de fondo.

Alek dice que va a regresar a Rusia. —le dice Andra—. ¡Lo juro Alek, si regresas a Rusia, te las verás conmigo y con tu sobrina!.

No te preocupes amor. —le dice Nathaniel de forma suave—. Alek ya está en Capri, Hugo me lo acaba de decir.

Les gruño como respuesta y el comentario de Nathaniel parece poner feliz a Andra.
Ella pasa de estar gruñona, enojada, o de llorar a reírse en cuestión de segundos.

Dama de Seducción |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora