Capítulo ocho.

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Alexia Mc'Mahon.

El aire frío acaricia la piel expuesta del contorno de mis pechos y muslos, el vestido que portaba se encuentra hecho trizas y mi sostén sale a la luz.

Mi agitada respiración hace eco en las paredes de mi habitación, siempre trato de hacer el menor ruido posible, ya que Hazel es muy receptiva y con el más mínimo ruido está despierta.

Aunque ahora se notaba muy cansada.

Mi preocupación va en aumento, no encuentro una manera de conseguir un donante o una operación para mí hermana.
Quizá sí le digo a...
Niego en la oscuridad de mi habitación, no encuentro una forma de poder decirle sin sentir que me he acostado con él por interés.

Cuando no es así.
Mis manos están atadas y amarradas al barandal de mi cama, estoy expuesta para que en cualquier momento entre y haga lo que le plazca conmigo.
Y no me quejaría.

Estas son horas en las que ya me hubiera encontrado en el club, acatando las ordenes de Lombardi y soportando sus insinuaciones.

El aire se vuelve completamente espeso cuando Alek regresa y cierra la puerta con su espalda.
Con pasos lentos se sitúa frente a mí.
Sus ojos verdes se encuentran dilatados mientras me observa, cuando se centra en mi mirada sonríe con picardía y se quita la camisa mostrando su perfecto paquete de músculos definidos.

—Todo está resuelto, la señora Margaret regreso a su casa. —su voz es ronca—. Costo convencerla, pero con mis encantos todo es posible.

No encuentro palabras para darle una respuesta, por qué mi mirada se centra en sus manos que desabrochan su pantalón y este cae al suelo.
Simplemente se queda en un boxer blanco que enmarca la gran protuberancia apuntando a mi dirección.

Su sube a la cama, abriendo mis piernas a su voluntad y situándose entre ellas.
Coloca sus manos sobre ambos lados de mi cabeza, simplemente se queda observando mi rostro, como alguien que intenta memorizar algo con demasiado detenimiento, y sin dejar escapar el menor detalle.

Su boca queda a milímetros de mis labios, y aunque levantó mi rostro para besarle, el retrocede un poco.

—No volverás a ir a ese club. —vocifera.

—Es mi único trabajo, no puedo faltar, ni mucho menos renunciar. —le digo en contradictoria a sus palabras.

—No quiero que vuelvas a ir ahí, no me agradó para nada ese lugar. —juguetea con las tiras de mi vestido y se agacha para besar el contorno de mis pechos.

—¿Por qué no quieres que vaya?. —susurro sintiendo como sube a mi cuello y clava su dureza en mi femineidad.

—No te quiero cerca de todos esos hombres, mucho menos del dueño, ese tipo no me cayo para nada bien. —dice cerca de mi oído—. Además... ese lugar no es para tí.

—¿Cuál es mi lugar entonces?. —le digo dejando de lado las oposiciones.

—En un palacio Alexia. —dice mirándome a los ojos—. Por qué eres una reina.

—Eso dices ahora... ya veremos después. —murmuro sabiendo que algún día no muy lejano puede aburrirse de mi, todas esas palabras no ayudan a que me este enamorando de él.

Niega. —No habrá un después. —y calla mis respuestas con un beso.

Sus manos están plantadas a ambos lados de mi cara, de manera que estoy inmovilizada para cuando Alek ataca mis labios con dureza y pasión.
Su lengua sale en busca de la mía, y no puedo evitar gemir por las sensaciones, mi centro se encuentra empapado solo con este beso.
Sinceramente solo con verlo estoy mojada.

Dama de Seducción |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora