Capítulo cinco.

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Alek Diatlov.

Virgen.
¿Cómo es posible que Alexia sea pura estando en un lugar como éste?.

No es algo malo para mí, al contrario cuando lo descubrí mi pecho entero se calentó y un instinto de posesividad que no sabía que existía rugió con fuerza en mi interior.

Coloco sus bragas con delicadeza, al terminar de colocar la prenda, veo como la humedad de su orgasmo se adhiere a las bragas.
Reprimo un gemido al ver tal acto.

Me levanto dándole la espalda para terminar de vestirme, la ropa quedó regada en los sillones donde ambos fuimos ganando prenda por prenda.

Al darme la vuelta, me acerco y le ayudo con la cremallera del vestido, y dejando mis manos sobre su espalda que se encuentra caliente y con una leve capa de sudor.

Bajo más mis manos, y la tomo por la cintura para acercarla a mi pecho y tomar sus labios.

Sus labios son dulces y sus movimientos inexpertos solo me ponen más dura la polla.
Cruza los brazos sobre mi cuello, instandome a que no pare.
Es una petición a la cual no me puedo negar.

Desde que la ví, mi mente no ha parado de pensar en todo lo que quiero hacerle a esta chica.
Ella es obediente, y no puedo estar más complacido con la forma en la que toma mis órdenes.

Con deseo y necesidad.

—¿Te ayudo?. —pregunta divertida al deshacer el beso, señalando mi polla con el labio atrapado entre sus dientes.

—No bromees Alexia. —exclamo un gruñido—. Podría tomarte la palabra, pero esto apenas ha iniciado. ¿Vendrás conmigo?. —le pregunto, y por un segundo mi mente pasa en la idea de que ella no quiera nada.

Ese simple pensamiento, hace que mi corazón revolotee desesperado.

—Ire contigo. —dice rápidamente con una sonrisa.

Me acerco a su oído con cautela, rozando mis labios con la punta de su oreja. —Esta noche, será la mejor de tu vida. —susurro como una promesa—. Y me voy a encargar de que la recuerdes por el resto de tu vida.

Alexia tiembla con mi respuesta, y con esa afirmación la toma de la mano, y salimos de la habitación.

—Tengo... que traer mis cosas. —dice Alexia deteniendo nuestro andar en la oscuridad del pasillo.

—¿Que cosas?. —le pregunto.

—Mi teléfono, no puedo estar lejos de él. —dice viéndome a los ojos, asiente hacia ella y me agachó para besarla.

Su respiración es agitada y sus labios están rojos de nuestros besos, y solo así, la dejo ir a buscar su teléfono, mientras me quedo esperandola.
Observo movimiento de reojo, y Hugo viene a mi con alivio.

—Al fin te encuentro Alek. —dice Hugo—. ¿Donde estabas?.

—Por allá. —le señalo el pasillo.

—Tienes que avisarme a dónde vayas, Liam me dijo que te vio salir con una chica ¿Es verdad?.

Asiento hacia el, su semblante sorprendido me hace rodar los ojos.

—¿Quién fue la afortunada que te quitará el celibato?. —me dice divertido.

—Idiota. —le gruño.

Alexia vuelve a mi, mira a todos lados mientras se acerca, una mirada un poco arrepentida y distante.
Entrecierro los ojos, y cuando se acerca más a mi pecho, tomo su barbilla en mis manos y la levanto.

Dama de Seducción |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora