Cariño, te estoy escribiendo entre lágrimas y recordandote entre lamentos, espero seas tan feliz que no te alcance el tiempo para detenerte a pensar en todos tus sueños y soñar toda la vida; por favor olvida mi nombre y quien fui en tu mundo, una estrella que como bien me lo has dicho no sabe quedarse mucho tiempo porque soy efímera y candela, porque aunque valgo la pena para reír a carcajadas, también soy el suplicio para morir en penas que me he creado yo misma, quizá por querer sanar mi dolor y olvidar mi propio mal; cariño sigue tu vida, ya no me esperes ni me busques más; este es el fin de nuestro caótico infierno, te pido perdón y perdonó tu maldito amor, así como la cobardía racional de no querer arriesgar algo por mi, que pese a que te di todo y más que la totalidad no te alcanzo siquiera para de sino amarme, al menos, evitar lastimarme, aunque entiendo que tu propósito nunca fue eludir mi dolor y quizás tampoco causarlo, solamente fuiste un mal sabor paseante en mis sueños, porque he de confesarte que antes de ti, mi vida era mía, que aún sabiendo que desde siempre no he estado bien en lo amplió de la palabra, podía estar en calma conmigo en cuanto a no tener vicios y pesares, pero ahora que has arrasado con lo bueno que había en mi ser, tal vez sólo me quedé seguir así, con este dolor a cuestas, la traición en mi boca y el deseo de volver a dormir en tus brazos, sin importar si es un minuto o sólo el rose de un embriagante segundo.