Por fin.

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Hoy por fin tuvimos el coraje, el coraje de jalar del gatillo y ultimar nuestro amor enfermo, el coraje de enterrarlo, de renunciar, de irnos.

Dicen que irse es de cobardes, pero yo creo que soltarse es más bien de valientes, que renunciar requiere tanto coraje.

Hoy por fin comprendimos que es inverosímil forzar lo que no fluye y que cuándo algo ya no es de tu talla no debes intentar calzartelo.

Nos despedimos en el mismo lugar en donde nos sujetamos de la mano, de los miedos, de las ganas, nos despedimos en el mismo lugar en el que nos mirábamos convencidos de que nuestro amor podía destruir todo pero no a nosotros mismos.

Dejamos nuestras promesas rotas en el mismo lugar en que nos las hicimos. Es extraño pensar que ahí donde fuimos tan felices y nos hizo el amor y la risa después volvimos tan rotos, tan separados, tan lejanos, tan ajenos.

Hoy por fin no eres un grillete, una sombra que me sigue hasta en mis sueños más inconscientes, hoy por fin no soy esa oveja negra en el rebaño de tu vida, esa piedra en el zapato que te obstina y que te amarga.

Hoy eres libre, soy libre y a pesar de todo, tanto y nada, yo te quiero como me quiero a mi; feliz, quiero que tengas todo lo que yo no te di, quiero tener lo que me merezco.

Hoy lloré y el cielo lloro conmigo, como si las nubes supieran que estaba un poco triste, un poco vuelta mierda.

Hoy tu recuerdo esta allá, cayendo poco a poco hasta el fondo del mar mientras yo floto y vuelvo despacio a la orilla, mientras yo vuelvo a la vida; una vida en la que no sobró, una vida a mí medida, dónde no soy poco ni mucho, dónde soy perfecta como soy, dónde ni me haces falta ni te necesito.

Solo me queda por decir que fue un placer, y desearte suerte, mucha suerte, no sé, quizás la vayas a necesitar.

Noches De PoesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora