Sentía que se acercaba la hora de mi condena conforme pasaban los días. No me arrepentía en absoluto de mis palabras y no me iba a echar para atrás con mis intenciones; Mina tenía derecho a conocer la verdad y ya no podía seguir dilatando el asunto mucho más. Tenía la seguridad de que Mina Seling era mi compañera y eso me había enseñado más cosas de las que había pensado; había comenzado a evitar a Lorie y eso parecía haberla alertado de que algo no iba bien entre nosotros. Lay había cumplido con su palabra y no les había dicho ni mu a la manada sobre mi confesión, aunque nuestra relación parecía haber sufrido un pequeño cambio: mi confesión nos había unido, pero ahora mi mejor amigo me miraba con cierto recelo. Quizá se le hacía difícil verme emparejado con una cazadora… o con esa cazadora en cuestión.
Me había reunido con Lay en la misma cafetería donde le había confesado que mi emparejamiento había sido un completo fiasco y le había expuesto mi promesa a Mina en la que iba a contarle todo. También le había dicho que lo iba a hacer en un sitio… especial.
Pero no tenía ni idea de dónde iba a llevarla para soltarle el bombazo que iba a suponer mi perdición.
Lay se mordía la lengua, mientras tamborileaba los dedos sobre la mesa al compás de la música que inundaba todo el local. Sus ojos castaños estaban clavados en los míos y podía ver un leve brillo de diversión.
-Así que, por fin, has decidido dar un paso adelante con todo esto –dijo- y te la vas a llevar a un sitio misterioso y romántico para contarle algo que, sin duda alguna, va a hacer que toda tu bonita relación se vaya a la mierda. Muy interesante.
Solté un bufido.
-Tienes un don para hacer resúmenes, ¿lo sabías?
El rostro de Lay se contrajo en una amplia sonrisa que llevaba conteniendo desde que había puesto un pie en la cafetería.
-Menos ironías, Romeo, porque tienes un problema de los gordos –replicó-. Tendríamos que estar buscando en internet un balneario o algo así donde puedas intentar convencer a Mina de tu amor a pesar de tus actos pasados.
Me froté la frente con insistencia, forzando a mi cerebro a buscar un buen lugar que pudiera echarme una mano a relajar la reacción de Mina al conocer que se había estado viendo a escondidas con uno de los asesinos de su padre. Aquello la iba a dejar destrozada.
-Me odiará el resto de mi vida –gemí.
Lay le dio un rápido sorbo a su batido de chocolate y trazó círculos con la pajita, pensativo.
-Pero eso es algo que tú tienes más que asumido, espero –comentó, mirándome fijamente-. Tienes que ser consecuente con todos tus actos, incluso con ese en concreto.
-Y lo soy –repliqué, con convicción. Aunque no era del todo verdad; la idea de perder a Mina se me hacía insoportable, como si alguien me punzara el corazón una y otra vez-. Pero, no sé…
-¿Tienes miedo de que Mina lo confiese todo delante del Consejo? –terminó por mí Lay, quisquilloso-. Chase, lo que hicimos no estuvo mal. Sabes perfectamente que ese derecho está recogido en nuestras leyes y que, para acusarnos, tendría que tener alguna prueba. Y ella no tiene ninguna –afirmó, con fiereza.
Bajé los ojos hasta mi batido y dejé la vista ahí clavada. No había sido del todo sincero con la manada, ni con nadie, respecto a lo que pasó aquella noche en el bosque. Nadie más que yo sabía que ese día había alguien más que nosotros y Timothy Seling; alguien que había visto todo lo que había sucedido y que, parecía, no recordaba nada.
Mina estuvo aquella noche, no sé por qué motivo, y lo vio todo. La encontré escondida entre los matorrales, cuando toda la manada se había ido, y la llevé a su casa. Si me preguntaran el motivo por el que lo hice, no sería capaz de encontrar una respuesta concreta. En aquel momento, cuando la vi agazapada entre los arbustos temblando de terror, algo en mi interior se removió. Me sentí avergonzado de lo que había hecho e intenté enmendar un poco la situación. Sabía que me estaba arriesgando al ayudarla, pudiendo convertirse en nuestra perdición, pero no pude dejarla allí.
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Growl. (Saga Wolf #2.)
WerewolfMi nombre es Chase Whitman. Y sí, por desgracia, soy un licántropo. Vivo en un pueblecito perdido en Virgina llamado Blackstone; la gente no sabe que vive rodeado de licántropos y cazadores, familias de personas que se encargan de vigilar nuestro se...